jueves, 20 de septiembre de 2012

¿Cuándo elegir coaching y cuándo otras disciplinas?




La mayoría de los cursos de coaching comienzan con una diferenciación de lo que es el coaching y lo que son otras disciplinas afines pero en definitiva con objetivos distintos, tales como el mentoring, la consultoría, la formación, el entrenamiento, el “counselling” y la terapia.

Como vemos en la figura de abajo, hay dos variables fundamentales en todos los procesos entre un profesional y un cliente: el enfoque temporal y el enfoque de quién aporta los conocimientos y las experiencias. En el caso de los procesos tipo “especialista – cliente” suele ser el especialista el que, con base en su experiencia y conocimientos le propone al cliente un curso de acción para alcanzar sus objetivos. En el caso de los procesos tipo “espejo – cliente” suele ser el mismo cliente, quien, basado en sus propios conocimientos y experiencia, tiene la oportunidad de descubrir, apoyado por el profesional, sus propias soluciones y cursos de acción de cara a sus objetivos.
                                           

En cuanto al enfoque temporal, básicamente la división está entre los procesos que se centran en lo que sucedió antes y que es la causa de que el cliente se encuentre donde se encuentra y por otro lado los procesos que se centran en lo que el cliente hará en el futuro para alcanzar sus objetivos, independientemente de lo que haya sucedido en el pasado.

Con lo anterior, existen situaciones que se prestan más para experimentar un proceso u otro, si bien todos pueden resultar enriquecedores. Los campos de aplicación de cada uno de los procesos se deben decidir contestando a preguntas tales como:

1.       ¿De cuánto tiempo dispongo para alcanzar mi objetivo?
2.       ¿En qué medida poseo los conocimientos que hacen falta para alcanzar mi objetivo?
3.       ¿Hasta qué punto estoy dispuesto a comprometerme con la solución a mi situación?
4.       ¿Hasta qué punto deseo desarrollar mis habilidades en el camino a la obtención de mi situación?
5.       ¿Cuál es el grado de autonomía que deseo tener durante el proceso?
6.       ¿Hasta qué punto deseo que la responsabilidad de la solución recaiga en mi?
7.       ¿Hasta qué punto deseo poner a prueba mi autoconocimiento para alcanzar mis objetivos?
8.       ¿Cuál es la naturaleza de mi objetivo?
9.       ¿Hasta qué punto me encuentro en dominio de mi estado emocional?
10.   ¿Hasta qué punto me encuentro en dominio de mis acciones?

Con estas respuestas podemos llegar a nuestras propias conclusiones de lo que más nos conviene. En términos generales podemos seguir los siguientes criterios por cada una de las respuestas:

1.       Cuanto menos tiempo se tenga para alcanzar el objetivo, mayores posibilidades habrá de necesitar ayuda externa. Esto podría significar intervención directa de un especialista como un consultor, terapeuta o mentor.
2.       A menores conocimientos sobre el terreno donde se desarrolla la situación, se harán más necesarios los conocimientos de terceras personas, lo que favorece la opción de trabajar con un especialista (consultor, terapeuta o mentor).
3.       Si el compromiso con la solución es muy alto, es posible que el cliente desee formar parte de la solución en sí mismo, lo que puede lograr mediante un proceso como el coaching, el counselling o la formación.
4.       El desarrollo de habilidades personales es un ingrediente fundamental del coaching y la formación, por lo que un elevado deseo de desarrollo apuntaría a esa dirección. Los especialistas, por otro lado, favorecen poco el crecimiento personal.
5.       Un grado de autonomía alto indicaría nuevamente un compromiso con la solución elevado y dejaría entrever una solución del tipo coaching o counselling y en menor grado, la formación.
6.       La mayor responsabilidad de una solución se alcanza en un proceso de coaching y counselling, seguido por el mentoring y la terapia, la formación, la consultoría y finalmente el entrenamiento. Una persona que recibe instrucciones tiende a sentir poca responsabilidad sobre el resultado de la solución.
7.       El autoconocimiento suele ir de la mano del desarrollo de habilidades personales, ya que el primero es una precondición de lo segundo.
8.       Las personas que tienen el objetivo de dejar atrás situaciones traumáticas, estarán mejor atendidas en procesos de counselling o terapia, mientras que las personas que deseen mirar hacia delante basados en lo que hacen hoy, podrían preferir procesos de coaching, formación, consultoría o entrenamiento. Por otro lado, el entrenamiento está enfocado en perfeccionar habilidades muy específicas y podría ser complementario a la formación, mientras que la consultoría suele tener un enfoque más integral, al igual que el mentoring y el coaching.
9.       Las respuestas a las preguntas 9 y 10 indican que las personas que tienen un alto dominio de sus emociones y acciones, buscan frecuentemente ser parte activa de la solución y se sienten atraídas por procesos como el coaching, el mentoring, la consultoría y la formación. Quienes sufren para controlar sus emociones y acciones se encuentran normalmente más seguros en manos de terapeutas y profesionales del counselling.

Lo anterior, puesto en un mapa, desde el punto de vista del desarrollo y la responsabilidad se resume en:
                 
Y desde el punto de vista de los objetivos, se resume en:
                        
Visto lo anterior, cabe la pregunta ¿existe algún área en común donde el cliente pueda beneficiarse de la combinación de varios de estos procesos?

La experiencia nos dice que sí, pero veamos en qué se fundamenta que así sea:

·         Los procesos relacionados con el aprendizaje (formación, entrenamiento y mentoring) pueden llevarse a cabo de forma experimental / vivencial, lo cual puede implicar la práctica de un proceso de coaching, terapia o consultoría simultáneamente a la adquisición de conocimientos.
·         La poca responsabilidad que el cliente adquiere cuando trata con un especialista (terapeuta o consultor), puede incrementarse procurando que él/la cliente mismo(a) llegue a la conclusión de que la solución adecuada coincide con la que el especialista recomendaría mediante herramientas como las que ofrece el coaching.
·         El desarrollo que vive el cliente puede incrementarse al hacerle partícipe de la solución mediante la incorporación de sus sugerencias durante un proceso como la terapia, la consultoría o el mentoring.
·         En procesos que tratan a los clientes con la premisa de que tiene poca capacidad de controlar sus emociones o conductas (terapia), hacer un cambio de paradigma de manera que, por ejemplo, se parta de la confianza en las capacidades del cliente. Esto implicaría que el especialista hiciera una introspección individual para encontrar una auténtica confianza en sus clientes. Un reenfoque de esta naturaleza podría demostrar ser una poderosa forma para predisponer al cliente a una recuperación más pronta.

El coaching como complemento de la terapia

Un cliente acude con un coach para ver si puede ayudarle a conseguir un objetivo que ha perseguido desde hace mucho tiempo y ha demostrado ser sumamente elusivo. Después de una serie de preguntas, el objetivo queda plasmado en palabras del cliente como: “quiero controlar el intercambio de información que tengo con el resto de las personas, de manera que no termine hablando más de la cuenta y dé a conocer información que no deseo”. Durante la primera sesión el cliente comenta que es una persona sin control en varios aspectos de su vida, como por ejemplo, el dinero y sus relaciones con otras personas. Por otro lado, el cliente manifiesta su frustración porque su jefe no confía en él, sus clientes perciben a una persona insegura y su familia se siente con el derecho de tomar decisiones por él.

Al mismo tiempo, el cliente se plantea como objetivos paralelos crecer laboralmente y ser una persona más asertiva. 

En el coaching no se hacen diagnósticos de los clientes. Sin embargo, haciendo una recopilación de lo manifestado por el cliente, sabemos que:

·         Desea incidir en su presente para forjar su futuro, dejando de lado su pasado (ámbito del coaching).
·         Desea desarrollar habilidades de comunicación más efectiva, crecer laboralmente y trabajar en su asertividad (ámbito del coaching).
·         Está dispuesta a adquirir compromisos consigo misma a partir de sus conocimientos y experiencias para alcanzar sus objetivos, lo cual se traduce en una mayor responsabilidad (ámbito del coaching).
·         Los objetivos en sí mismos son tanto del tipo “recuperar” el control como de “adquirir” nuevas herramientas para sus relaciones interpersonales (ámbito de la terapia y del coaching).
·         Se parte del supuesto de que, si bien su dominio emocional y conductual en el pasado ha sido limitado, en el presente tiene un nivel adecuado para emprender sus propios compromisos (ámbito de la terapia, reenfocado hacia el coaching).
El espacio en el que conviven el coaching y la terapia está dado en el caso en cuestión y las diferencias fundamentales con un proceso tradicional son, de forma genérica:

Terapia sin coaching
Terapia con coaching
Diagnosticar desde una opinión experta
Enterarse de los hechos que han llevado al cliente a  emprender el proceso
El objetivo lo lleva el cliente
El objetivo lo define y refina el cliente con ayuda del coach
El paradigma es que el cliente no tiene control emocional / conductual en principio
El paradigma es que el cliente tiene todos los recursos y el control que le hacen falta para emprender el proceso y que dispone de conocimientos, habilidades y hábitos para lograr su objetivo
Se restringe al cliente a que siga un curso de acción que el experto considera el mejor
Se ayuda al cliente a que descubra sus propios métodos de trabajo de cara a su objetivo
Se reenfocan las creencias limitantes del cliente según las creencias del experto
Se ayuda al cliente a que explore y encuentre creencias alternativas a las creencias limitantes actuales

En nuestro caso, lo anterior se traduciría en:
Terapia sin coaching
Terapia con coaching
Desórdenes con nombre
El cliente da más información de lo que desea a otras personas, su jefe y sus clientes le manifiestan que no transmite confianza
El objetivo es…
¿A qué te refieres con…? ¿cómo vas a saber cuando hayas alcanzado tu objetivo? ¿qué hitos tienen que suceder para que llegues a tu objetivo? ¿cuánto tiempo puede requerir eso?
El cliente tiene el desorden X que le impide controlar sus emociones / conductas
El cliente se plantea trabajar a partir de sus fortalezas para controlar en mayor medida sus emociones / conductas
El tratamiento para el desorden es…
¿Qué tiene que pasar ahora? ¿Cómo puedes lograrlo…? ¿Qué consejo le darías a alguien en tu situación? ¿Y si…? Imagínate que tienes el control, ¿qué harías para…? ¿Qué vas a hacer?
Desde la definición de lo sano, no creemos que… en vez de eso creemos que…
¿Siempre es así? ¿En qué se basa eso que piensas? ¿Las circunstancias siguen siendo las mismas? ¿Eso aplica en todos los casos? ¿Qué casos distintos conoces? ¿Y si…? ¿Cómo podrías reformular tu creencia ahora?