miércoles, 7 de diciembre de 2011

Herramienta de Coaching para la proactividad: "El ojo"

Una de las características de las personas a las que se les considera "inteligentes emocionalmente" es su capacidad para gestionar sus emociones, o lo que es lo mismo, no ser esclavos de sus impulsos. Esta característica permite que las personas tomen las riendas de sus conductas. Complementariamente la teoría de la proactividad y la reactividad plantea que tenemos dos opciones: reaccionar ante los estímulos internos / externos o escoger la respuesta que damos a dichos estímulos.

Pongamos un ejemplo: nos levantamos por la mañana y, al ver el reloj nos damos cuenta de que ya se ha hecho tarde, nos levantamos de un brinco y con sensación de mal cuerpo. A continuación nos metemos a la ducha y con horror descubrimos que el agua está fría, lanzando una maldición al gas butano y acabando enseguida. Durante el desayuno escuchamos en la radio que el tráfico está terrible y nos subimos al coche sabiendo lo que nos espera, culpando a sindicatos y gobierno por la marcha que provoca el atasco. El tráfico se confirma. Llegamos al trabajo y nos encontramos, antes que a nadie, al compañero con el que nunca nos hemos podido llevar bien, quien nos informa, con su habitual mueca, que hay un cliente cabreado esperando que le devolvamos una llamada. En ese momento hacemos una pausa y pensamos: "vaya día que llevo". Ese pensamiento nos condiciona el resto del día y, probablemente por la noche concluyamos que ha sido uno de los peores días de nuestra vida.

Nos hemos ido a un caso extremo que difícilmente es representativo de nuestras vidas. Y sin embargo en cada uno de los momentos "desagradables" de ese día, hemos contado con dos opciones: reaccionar o elegir nuestra respuesta ante la situación. La historia original es una historia de reacción. Veamos cómo sería una historia alternativa:

Nos levantamos por la mañana y, al ver el reloj nos damos cuenta de que se ha hecho tarde. Comprobamos que el despertador no había sido activado y lo activamos para el día siguiente. A continuación nos metemos a la ducha y con horror descubrimos que el agua está fría. Mientras acabamos lo antes posible pensamos que en lo sucesivo anotaremos en el calendario la fecha de cambio de bombona de butano para poder prever cuándo habría que revisar el gas que queda. Durante el desayuno escuchamos en la radio que el tráfico está terrible. Nos subimos al coche con un disco de nuestra música favorita para el camino que será más largo de lo normal. Al llegar al trabajo nos encontramos antes que a nadie al compañero con el que nunca nos hemos podido llevar bien y, después de que nos informa con su habitual mueca que hay un cliente cabreado esperando que le devolvamos la llamada, le preguntamos al compañero cómo suele gestionar él al cliente cabreado para ver si tiene alguna sugerencia al respecto. En ese momento hacemos una pausa y pensamos: "está siendo un día duro pero estoy asegurándome de que mañana no será igual".

Los días han ido exactamente iguales pero nuestra actitud ha cambiado significativamente. Hemos gestionado nuestras reacciones y hemos actuado para modificar nuestro entorno. ¿Las claves de esa diferencia? Nuestra autoconciencia, imaginación, voluntad y valores. La primera de nuestras claves consiste en hacernos concientes de nosotros mismos y nuestras situaciones mediante un ejercicio a la vez simple y poderoso: el ojo.

¿Qué es el ojo? Imaginemos que en este mismo instante hay una cámara de vigilancia en la esquina de la habitación en la que estamos y hagámonos las siguientes reflexiones:


- Describamos exactamente lo que registra la cámara: ¿estamos en posición vertical o quizá un poco tumbados? ¿qué hacemos con las manos? ¿cruzamos alguna parte del cuerpo? ¿tenemos algún tic?
- La cámara no puede registrar nuestras sensaciones, pero sí los efectos físicos visibles: ¿sudamos? ¿nos ruborizamos? ¿temblamos?
- La cámara no hace juicios de ningún tipo, sólo graba.
- Del entorno de la habitación sí queda constancia en la cámara: ¿si alguien entra? ¿alguien habla con nosotros? ¿hay ruidos en el ambiente?

Si hemos reflexionado en todo eso, hemos tomado autoconciencia de nosotros mismos en un instante dado. En la medida en la que esa cámara de vigilancia la tengamos trabajando constantemente, nos podremos dar cuenta de nuestras reacciones al entorno: sensaciones, conductas y comportamientos. Quizá incluso nos dé por modificar nuestras sensaciones, conductas y comportamientos de acuerdo a lo que convenga a nuestros objetivos.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Ejercicio de Coaching: La espina clavada

Casi todos tenemos una "asignatura pendiente": esa espina clavada que nos hace daño de cuando en cuando. Algunas veces duele porque somos indulgentes con nosotros mismos en nuestra debilidad - y nos damos cuenta. Algunas otras porque una persona nos la hace notar. Otras tantas porque durante los propósitos de año nuevo la mencionamos acompañada de palabras como "a ver si ahora sí logramos". Para los más analíticos, duele cuando hacemos un autodiagnóstico y llegamos a la sección de "puntos débiles". Lo que proponemos a continuación, es un ejercicio que tiene los siguientes objetivos:

1. Adquirir (o readquirir) conciencia de esa asignatura pendiente.
2. Hacernos conscientes de nuestras creencias al respecto.
3. Autoconcienciarnos sobre posibles caminos para afrontarla inmediatamente.
4. Tomar las decisiones correspondientes.

El ejercicio es muy simple. Escribiremos una carta dirigida a la persona en la que más confiamos en el mundo: nuestra pareja, nuestro madre o padre, nuestro/a mejor amigo/a... En la carta, incluiremos las siguientes frases:

- Tú, que me conoces bien, sabes que siempre he querido...
- pero siempre he encontrado obstáculos tales como...
- hasta ahora no he sido capaz de vencer los obstáculos porque...
- siempre que tengo intención de afrontar el reto, me invade la sensación de...
- si pudiera consultar a la persona más sabia que conozco, probablemente me diría...
- para poder emprender esos pasos que me recomienda mi sabio, necesitaría apoyarme en...
- por lo que definitivamente voy a...

Por último, pongámosle fecha a la carta y firmémosla.

¿Qué pensará nuestro destinatario?

jueves, 24 de noviembre de 2011

El Coaching: una herramienta para "vivir despiertos"

Hay muchas películas que plantean el tema: vivimos en un mundo en el que los días pasan rápidamente, son muy parecidos unos y otros (Atrapado en el tiempo / El día de la marmota) y se cuentan por semanas y a veces por estaciones. Vivimos en un mundo de plástico y pensamos que debe haber algo más (Matrix). Trabajamos todo el día, llegamos a casa y ponemos la televisión donde vemos cosas que queremos  comprar y para eso pensamos en tener más dinero...trabajando más. Vivimos desdeñando el presente y poniendo nuestros ojos en el futuro...un futuro que nunca llega (Click). Los lunes y martes queremos que pasen rápido, el miércoles ya es media semana, el jueves es casi fin de semana y el viernes es el principio del fin de semana. El domingo nos deprimimos porque al día siguiente hay que empezar de nuevo. Queremos que lleguen las vacaciones y cuando estamos en ellas pensamos en el trabajo que encontraremos al volver a la oficina. ¿En qué momento vivimos el presente? ¿Los sábados quizá? Pero los sábados gastamos dinero y nos metemos más profundo en la vida que detestamos. Al mismo tiempo sentimos una crisis de propósito y nos preguntamos: ¿dónde vamos a estar en 5 o 10 años? ¿quiero tener hijos para que vivan en este mundo? ¿si no tengo hijos voy a estar haciendo esto mismo por 30 años más? quisiera cambiarme de trabajo pero ¿a dónde me iría? ¿quisiera irme a vivir al campo o a la playa pero entonces cómo tendría dinero para vivir? me siento explotado pero ¿qué otra opción hay? quisiera jubilarme pero ¿qué haré cuando no trabaje? ¿sobrevivirá mi matrimonio cuando estemos juntos todo el día mi pareja y yo? Vivimos asustados y frustrados. Se da entonces el fenómeno de la "aceleración del tiempo": el tiempo pasa rápido cuando perdemos la conciencia. Cuando dormimos, nos parece que la noche no dura. La vida va más rápido ahora que antes, nos decimos. ¿No será que vivimos en un permanente estado de sonambulismo? ¿por qué a los niños la vida les parece larguísima? ¿por qué para ellos dos meses parecen un año y un año parecen cinco? Quizá la respuesta esté en que ellos realmente viven el momento. Si se encuentran en una situación aparentemente aburrida, ellos juegan y aprenden. Si están en una situación divertida, la viven al máximo y aprenden también. En ningún caso ponen el "piloto automático".

De manera semejante, nosotros recordamos cuando esperamos mucho en una fila y creemos que siempre estamos en la fila más larga porque recordamos esos momentos en los que nos hacemos conscientes (aunque no los disfrutemos). Pero cuando la fila es corta no tomamos conciencia y el momento pasa inadvertido: pasamos en piloto automático. En contrapartida, cuando vamos disfrutando de un paisaje el camino parece más largo: estamos conscientemente viviéndolo, mientras que cuando conducimos de casa al trabajo lo hacemos como autómatas. El factor común de ambas situaciones en que el tiempo se alarga: la conciencia de lo que hacemos.

Cualquiera que ha visto las películas a las que hacemos mención al principio, habrá notado que vivir en un mundo virtual, poner el piloto automático o vivir el mismo día interminablemente es frustrante y simplemente una falacia de vida. El Coaching nos ayuda a encontrar la salida de ese círculo vicioso. Nos ayuda a encontrar nuestro camino único en el mundo y a recuperar la ganas de encararlo. Un buen Coach nos cambiará la perspectiva, nos ayudará a adquirir conciencia de nuestras maneras de evadir la realidad, nos alumbrará ese propósito que alguna vez tuvimos pero que olvidamos, ya sea porque nos dejamos llevar a otro lado o porque nos autoengañamos y lo enterramos. 

Pensemos en un ejemplo muy simple y con un propósito a muy corto plazo: queremos bajar a la piscina pero pensamos que deberíamos hacer deberes de mayores. Una parte de nosotros desea una cosa y la otra mitad desea la otra. Nuestras subpersonalidades tienen una discusión y, cualquiera que sea la decisión que tomamos, la llevamos a cabo con cargo de conciencia. Mientras la hacemos, pensamos que deberíamos haber hecho lo contrario. Siendo los directores de nuestra propia orquesta, dejamos que nuestros músicos toquen cada uno a su ritmo en lugar de crear armonía y dirigir una sinfonía. Un Coach nos ayudaría en este caso a hacernos conscientes de esas subpersonalidades, a ponerlas a negociar y alcanzar una decisión satisfactoria para auténticamente disfrutar de ese momento (en la piscina o en casa haciendo deberes). En suma, a estar despiertos mientras hacemos las cosas, vivir lo que realmente queremos y estar presentes en el presente. Si podemos lograr esto para una decisión tan trivial, ¿lo podremos hacer para encontrar nuestro propósito a medio o a largo plazo?

lunes, 21 de noviembre de 2011

Los alcances del Coaching

El Coaching se pone de moda como muchas otras técnicas de las llamadas "de gestión" y "empresariales". Modas van y modas vienen pero ¿cuáles son las que perduran? Si echamos un rápido vistazo retrospectivo, nos damos cuenta  de que técnicas relativamente recientes como el Mentoring, la Gestión por Competencias, las múltiples Terapias alternativas, el Cuadro de Mando Integral, la Reingeniería y la Gestión por Objetivos, entre otras, han tenido un impacto limitado y localizado. Algunas de las mencionadas técnicas se sustentan en una base sólida, pero apelan al éxito desde una metodología rígida y complicada que en muchas ocasiones nada tiene que ver con las personas que las emplean.

¿En qué se diferencia el Coaching y por qué puede trascender a todas ellas? El Coaching es una filosofía de desarrollo personal que se centra en el individuo, cliente del Coach. Algunos de los supuestos del Coaching son:

- El cliente cuenta con todas las herramientas internas para alcanzar sus objetivos, si bien se encuentra limitado por sus creencias y experiencias previas.
- El cliente desea ser responsable de su vida y de su trabajo, aunque probablemente no lo es todavía.
- El cliente desea y necesita incrementar su autoconciencia con el objetivo de liberarse de ataduras, tanto externas como autoimpuestas.

El trabajo del Coach entonces consiste en alumbrar el camino de los clientes / coachees o discípulos de manera que éstos adquieran una perspectiva distinta de su situación y, mediante el nuevo punto de vista sean capaces de emprender en una dirección nunca antes tomada o quizá olvidada hace mucho.

El Coaching, por tanto, faculta o habilita a las personas a emprender un camino hacia sus objetivos con una renovada visión de lo que es posible, cómo es posible y, lo más importante, desde un compromiso total puesto que son ellos mismos los que se plantean el objetivo, hacen un chequeo de su situación actual, plantean y valoran opciones para alcanzarlo y finalmente se ponen manos a la obra.

Si pudiéramos definir matemáticamente al Coaching, diríamos que la fórmula que lo describe es:


Autoconciencia + Responsabilidad + Perspectiva renovada = Camino para alcanzar el objetivo

¿Qué hay de nuevo en esto? Nada. Es algo que se ha hecho desde siempre. Entonces ¿por qué contratar a un Coach para que nos ayude? Porque el Coach es una persona que también ha tenido que pasar un largo proceso de autoconciencia, responsabilidad y perspectiva renovada que le permite actuar de "espejo a la medida" para mostrar al cliente lo que necesita ver de sí mismo de una manera efectiva de cara a sus resultados.

Para ilustrar nuestra exposición pensemos en un alumno de inglés que tiene la creencia de que no vale para dicho idioma. El Coach retomará su objetivo de aprender el idioma, lo ayudará a ponerlo en un contexto (por ejemplo dominar el idioma para conseguir un trabajo en un país de lengua inglesa), hará de reflejo de la realidad actual del cliente para que éste llegue a la conclusión sobre si su objetivo es asequible o no, hará preguntas "poderosas" que cambiarán la perspectiva tradicional del cliente y le llevarán a ser más consciente de su potencial (por ejemplo en su dominio de otros idiomas), encontrando así opciones nunca antes consideradas basadas en sus propias fortalezas y oportunidades y finalmente lo conducirá a un autocompromiso para dar los pasos necesarios (un plan de acción diseñado por él/ella mismo/a).