lunes, 23 de febrero de 2015

Cuestionando las 50 sombras del enfoque "todo o nada" con coaching

A propósito de la noche de los Óscar que nos dejó, quizá como lo más destacable - a reserva de los merecimientos de los premios - el discurso de la actriz Patricia Arquette en el que defendió el derecho a ganar un salario equitativo (referido al género) de las mujeres...de Estados Unidos. Es un discurso que, sin ser nada que no se haya oído antes, representa una reivindicación actual que tiene un reclamo aceptado por la gran mayoría de la sociedad. Y sin embargo ahí están esos puntos suspensivos seguidos del acotamiento "de Estados Unidos". Ese simple añadido al discurso ha generado el reclamo de las mujeres que no son de Estados Unidos y que opinan que también a ellas debería llegar dicha reivindicación (con lo cual coincido plenamente en lo personal). Pero es entonces cuando un discurso de corte reivindicativo y, algunos dirían "feminista", pasa a ser cuestionado por los reivindicativos y "feministas" más recalcitrantes por su supuesta "blandeza". Es un momento en el que pareciera que toda la simpatía ganada hasta los puntos suspensivos se revierte hasta el punto de la descalificación total.

Lo hemos visto también en la política en donde las personas de convicciones "progresistas" (que promueven el cambio político-social como medio para progresar) se dividen en partidos, corrientes de partido y finalmente en facciones tan específicas como numerosas. Pero no solo eso, sino que, como el profesor Javier Astudillo analiza en su estudio "¿Se organiza mejor la derecha que la izquierda?", los militantes de izquierdas parecen ser mucho más activos e incisivos en sus debates y luchas intraideológicas que los militantes de derechas. Esto es; se pegan mucho más fuerte entre ellos que sus opuestos políticos. En las propias palabras del doctor Astudillo "puede que lo que realmente beneficie a la derecha desde un punto de vista electoral no sea un menor celo por realizar (elecciones) primarias, sino el evitar convertir en circos públicos la sustitución (o cuestionamientos) de sus máximos dirigentes."

Daré ahora justificación al título de la entrada, citando un ejemplo más a colación del famoso libro (ahora convertido en película) al que evoca. Cada vez cobran más fuerza en los foros en Internet las corrientes que o ponen en un pedestal al libro / película como ejemplo de que las mujeres finalmente ponen en la escena pública su interés por la sexualidad explícita o las que la satanizan como ejemplo del status quo de la sociedad patriarcal en la cual la protagonista no es más que una mujer sumisa que está a merced del macho dominante de deseos torcidos e irrefrenables.

Todo lo anterior me sirve como prefacio para analizar el tema central de mi entrada: la tendencia de ciertas personas al pensamiento (y consecuentes conductas) del "todo o nada". Las cincuenta sombras del todo o nada son, en esencia, esa tendencia que parece dar un aire de conocedor a quien la utiliza.

La radicalización de las opiniones en su vertiente "todo o nada" (p. ej. o se cumplen todas mis expectativas políticas o no voto / cambio mi voto) entorpece, por definición, a la que yo denomino la primera ley de la negociación cooperativa: buscar los intereses comunes para la creación de frentes amplios en los cuales se tenga el máximo apoyo en la toma de decisiones. Como es habitual en este espacio, intentaré abordar con preguntas tipo coaching, la creencia del todo o nada:

¿Cuándo fue la última ocasión en la cual mantuviste una postura inamovible en una negociación? y ¿qué resultado tuvo esa negociación?
Piensa en un cambio significativo que hayas vivido ¿qué composición hubo en el grupo que participó y llevó a cabo el cambio? ¿qué ideologías estaban presentes en ese grupo?
Piensa ahora en una situación en la cual una negociación terminó en un enfrentamiento frontal ¿cuál fue el desencadenante del enfrentamiento? ¿qué hubieses hecho tú para lograr un resultado en el que todas las partes quedaran más satisfechas que al principio?
¿Qué consiguió poner en el mismo bando a los insurgentes de la primera revolución que te venga a la mente?
Piensa a detalle en tu perfil ideológico. ¿Qué ideología es exactamente la opuesta a la tuya? ¿qué proporción de la población consideras que la tiene?
¿Cuántas personas conoces que viven al pie de la letra tus convicciones ideológicas?

Por último, te propongo un ejercicio donde puedes darle la vuelta al pensamiento "todo o nada":

1. Piensa en un cambio que quieras lograr en tu entorno y que involucre a más personas (que no lo puedas lograr de manera individual).
2. Identifica quiénes son las personas de las que necesitas algo y qué necesitas de ellas.
3. Identifica qué intereses tienes en común con esas personas. Evita quedarte en lo obvio. Considera que esas personas comparten algo contigo (contexto, creencias, ideales, dinero, propiedades, etc.).
4. Identifica aquellas cosas que tú controlas y que a ellas les vendría bien tener.
5. Diseña dos o más alternativas de intercambio teniendo siempre como objetivo los intereses comunes. Abre tu mente a intercambios que no necesariamente sean de objetos.
6. Haz tus propuestas. Si no hay un acuerdo vuelve al paso 3.
7. Confirma el acuerdo.

¿Qué tal te ha ido?



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