jueves, 20 de septiembre de 2012

¿Cuándo elegir coaching y cuándo otras disciplinas?




La mayoría de los cursos de coaching comienzan con una diferenciación de lo que es el coaching y lo que son otras disciplinas afines pero en definitiva con objetivos distintos, tales como el mentoring, la consultoría, la formación, el entrenamiento, el “counselling” y la terapia.

Como vemos en la figura de abajo, hay dos variables fundamentales en todos los procesos entre un profesional y un cliente: el enfoque temporal y el enfoque de quién aporta los conocimientos y las experiencias. En el caso de los procesos tipo “especialista – cliente” suele ser el especialista el que, con base en su experiencia y conocimientos le propone al cliente un curso de acción para alcanzar sus objetivos. En el caso de los procesos tipo “espejo – cliente” suele ser el mismo cliente, quien, basado en sus propios conocimientos y experiencia, tiene la oportunidad de descubrir, apoyado por el profesional, sus propias soluciones y cursos de acción de cara a sus objetivos.
                                           

En cuanto al enfoque temporal, básicamente la división está entre los procesos que se centran en lo que sucedió antes y que es la causa de que el cliente se encuentre donde se encuentra y por otro lado los procesos que se centran en lo que el cliente hará en el futuro para alcanzar sus objetivos, independientemente de lo que haya sucedido en el pasado.

Con lo anterior, existen situaciones que se prestan más para experimentar un proceso u otro, si bien todos pueden resultar enriquecedores. Los campos de aplicación de cada uno de los procesos se deben decidir contestando a preguntas tales como:

1.       ¿De cuánto tiempo dispongo para alcanzar mi objetivo?
2.       ¿En qué medida poseo los conocimientos que hacen falta para alcanzar mi objetivo?
3.       ¿Hasta qué punto estoy dispuesto a comprometerme con la solución a mi situación?
4.       ¿Hasta qué punto deseo desarrollar mis habilidades en el camino a la obtención de mi situación?
5.       ¿Cuál es el grado de autonomía que deseo tener durante el proceso?
6.       ¿Hasta qué punto deseo que la responsabilidad de la solución recaiga en mi?
7.       ¿Hasta qué punto deseo poner a prueba mi autoconocimiento para alcanzar mis objetivos?
8.       ¿Cuál es la naturaleza de mi objetivo?
9.       ¿Hasta qué punto me encuentro en dominio de mi estado emocional?
10.   ¿Hasta qué punto me encuentro en dominio de mis acciones?

Con estas respuestas podemos llegar a nuestras propias conclusiones de lo que más nos conviene. En términos generales podemos seguir los siguientes criterios por cada una de las respuestas:

1.       Cuanto menos tiempo se tenga para alcanzar el objetivo, mayores posibilidades habrá de necesitar ayuda externa. Esto podría significar intervención directa de un especialista como un consultor, terapeuta o mentor.
2.       A menores conocimientos sobre el terreno donde se desarrolla la situación, se harán más necesarios los conocimientos de terceras personas, lo que favorece la opción de trabajar con un especialista (consultor, terapeuta o mentor).
3.       Si el compromiso con la solución es muy alto, es posible que el cliente desee formar parte de la solución en sí mismo, lo que puede lograr mediante un proceso como el coaching, el counselling o la formación.
4.       El desarrollo de habilidades personales es un ingrediente fundamental del coaching y la formación, por lo que un elevado deseo de desarrollo apuntaría a esa dirección. Los especialistas, por otro lado, favorecen poco el crecimiento personal.
5.       Un grado de autonomía alto indicaría nuevamente un compromiso con la solución elevado y dejaría entrever una solución del tipo coaching o counselling y en menor grado, la formación.
6.       La mayor responsabilidad de una solución se alcanza en un proceso de coaching y counselling, seguido por el mentoring y la terapia, la formación, la consultoría y finalmente el entrenamiento. Una persona que recibe instrucciones tiende a sentir poca responsabilidad sobre el resultado de la solución.
7.       El autoconocimiento suele ir de la mano del desarrollo de habilidades personales, ya que el primero es una precondición de lo segundo.
8.       Las personas que tienen el objetivo de dejar atrás situaciones traumáticas, estarán mejor atendidas en procesos de counselling o terapia, mientras que las personas que deseen mirar hacia delante basados en lo que hacen hoy, podrían preferir procesos de coaching, formación, consultoría o entrenamiento. Por otro lado, el entrenamiento está enfocado en perfeccionar habilidades muy específicas y podría ser complementario a la formación, mientras que la consultoría suele tener un enfoque más integral, al igual que el mentoring y el coaching.
9.       Las respuestas a las preguntas 9 y 10 indican que las personas que tienen un alto dominio de sus emociones y acciones, buscan frecuentemente ser parte activa de la solución y se sienten atraídas por procesos como el coaching, el mentoring, la consultoría y la formación. Quienes sufren para controlar sus emociones y acciones se encuentran normalmente más seguros en manos de terapeutas y profesionales del counselling.

Lo anterior, puesto en un mapa, desde el punto de vista del desarrollo y la responsabilidad se resume en:
                 
Y desde el punto de vista de los objetivos, se resume en:
                        
Visto lo anterior, cabe la pregunta ¿existe algún área en común donde el cliente pueda beneficiarse de la combinación de varios de estos procesos?

La experiencia nos dice que sí, pero veamos en qué se fundamenta que así sea:

·         Los procesos relacionados con el aprendizaje (formación, entrenamiento y mentoring) pueden llevarse a cabo de forma experimental / vivencial, lo cual puede implicar la práctica de un proceso de coaching, terapia o consultoría simultáneamente a la adquisición de conocimientos.
·         La poca responsabilidad que el cliente adquiere cuando trata con un especialista (terapeuta o consultor), puede incrementarse procurando que él/la cliente mismo(a) llegue a la conclusión de que la solución adecuada coincide con la que el especialista recomendaría mediante herramientas como las que ofrece el coaching.
·         El desarrollo que vive el cliente puede incrementarse al hacerle partícipe de la solución mediante la incorporación de sus sugerencias durante un proceso como la terapia, la consultoría o el mentoring.
·         En procesos que tratan a los clientes con la premisa de que tiene poca capacidad de controlar sus emociones o conductas (terapia), hacer un cambio de paradigma de manera que, por ejemplo, se parta de la confianza en las capacidades del cliente. Esto implicaría que el especialista hiciera una introspección individual para encontrar una auténtica confianza en sus clientes. Un reenfoque de esta naturaleza podría demostrar ser una poderosa forma para predisponer al cliente a una recuperación más pronta.

El coaching como complemento de la terapia

Un cliente acude con un coach para ver si puede ayudarle a conseguir un objetivo que ha perseguido desde hace mucho tiempo y ha demostrado ser sumamente elusivo. Después de una serie de preguntas, el objetivo queda plasmado en palabras del cliente como: “quiero controlar el intercambio de información que tengo con el resto de las personas, de manera que no termine hablando más de la cuenta y dé a conocer información que no deseo”. Durante la primera sesión el cliente comenta que es una persona sin control en varios aspectos de su vida, como por ejemplo, el dinero y sus relaciones con otras personas. Por otro lado, el cliente manifiesta su frustración porque su jefe no confía en él, sus clientes perciben a una persona insegura y su familia se siente con el derecho de tomar decisiones por él.

Al mismo tiempo, el cliente se plantea como objetivos paralelos crecer laboralmente y ser una persona más asertiva. 

En el coaching no se hacen diagnósticos de los clientes. Sin embargo, haciendo una recopilación de lo manifestado por el cliente, sabemos que:

·         Desea incidir en su presente para forjar su futuro, dejando de lado su pasado (ámbito del coaching).
·         Desea desarrollar habilidades de comunicación más efectiva, crecer laboralmente y trabajar en su asertividad (ámbito del coaching).
·         Está dispuesta a adquirir compromisos consigo misma a partir de sus conocimientos y experiencias para alcanzar sus objetivos, lo cual se traduce en una mayor responsabilidad (ámbito del coaching).
·         Los objetivos en sí mismos son tanto del tipo “recuperar” el control como de “adquirir” nuevas herramientas para sus relaciones interpersonales (ámbito de la terapia y del coaching).
·         Se parte del supuesto de que, si bien su dominio emocional y conductual en el pasado ha sido limitado, en el presente tiene un nivel adecuado para emprender sus propios compromisos (ámbito de la terapia, reenfocado hacia el coaching).
El espacio en el que conviven el coaching y la terapia está dado en el caso en cuestión y las diferencias fundamentales con un proceso tradicional son, de forma genérica:

Terapia sin coaching
Terapia con coaching
Diagnosticar desde una opinión experta
Enterarse de los hechos que han llevado al cliente a  emprender el proceso
El objetivo lo lleva el cliente
El objetivo lo define y refina el cliente con ayuda del coach
El paradigma es que el cliente no tiene control emocional / conductual en principio
El paradigma es que el cliente tiene todos los recursos y el control que le hacen falta para emprender el proceso y que dispone de conocimientos, habilidades y hábitos para lograr su objetivo
Se restringe al cliente a que siga un curso de acción que el experto considera el mejor
Se ayuda al cliente a que descubra sus propios métodos de trabajo de cara a su objetivo
Se reenfocan las creencias limitantes del cliente según las creencias del experto
Se ayuda al cliente a que explore y encuentre creencias alternativas a las creencias limitantes actuales

En nuestro caso, lo anterior se traduciría en:
Terapia sin coaching
Terapia con coaching
Desórdenes con nombre
El cliente da más información de lo que desea a otras personas, su jefe y sus clientes le manifiestan que no transmite confianza
El objetivo es…
¿A qué te refieres con…? ¿cómo vas a saber cuando hayas alcanzado tu objetivo? ¿qué hitos tienen que suceder para que llegues a tu objetivo? ¿cuánto tiempo puede requerir eso?
El cliente tiene el desorden X que le impide controlar sus emociones / conductas
El cliente se plantea trabajar a partir de sus fortalezas para controlar en mayor medida sus emociones / conductas
El tratamiento para el desorden es…
¿Qué tiene que pasar ahora? ¿Cómo puedes lograrlo…? ¿Qué consejo le darías a alguien en tu situación? ¿Y si…? Imagínate que tienes el control, ¿qué harías para…? ¿Qué vas a hacer?
Desde la definición de lo sano, no creemos que… en vez de eso creemos que…
¿Siempre es así? ¿En qué se basa eso que piensas? ¿Las circunstancias siguen siendo las mismas? ¿Eso aplica en todos los casos? ¿Qué casos distintos conoces? ¿Y si…? ¿Cómo podrías reformular tu creencia ahora?


 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Qué hacer cuando los compromisos de coaching fallan

Una buena clienta de coaching se enfrentaba frecuentemente a una sobrecarga de e-mails a los cuales tenía que responder o gestionar. El problema principal era que consideraba que no tenía suficiente tiempo para leerlos a profundidad todos y por ello era frecuente que los leyera superficialmente y que cometiera errores de juicio. La primera solución que se le ocurrió fue crear una tabla en Excel en la cual indicara la prioridad de cada e-mail y un comentario que indicara el resumen, así como la siguiente acción a realizar al respecto.

En una sesión subsecuente, el diálogo que tuvimos fue más o menos así:

Coach - ¿Qué tal te ha ido con el asunto de la lectura de e-mails?
Clienta - Más o menos. Sigo haciendo lecturas superficiales en muchos de los casos.
Coach - ¿Recuerdas la solución que te habías propuesto al respecto?
Clienta - Sí, pero no he podido construir la tabla de Excel que me había propuesto.
Coach - ¿Qué te lo ha impedido?
Clienta - Que no escribo lo suficientemente rápido como para poder permitirme rellenarla.
Coach - ¿Entonces se trata de una herramienta lenta para tu trabajo?
Clienta - Así es.

Llegado este punto, yo debía ayudar a mi clienta a que encontrara una solución mejorada por sí misma. Algunas de las preguntas que hice a continuación fueron:

¿Qué situación similar has resuelto en el pasado?
¿De qué habilidades tuyas echaste mano aquella vez?
¿Qué consejo le darías a una persona en tu misma situación?

Y una vez propuesto un nuevo método: 
¿qué esfuerzos extraordinarios supone este nuevo método?
¿cómo te avisa de que te has saltado algo importante?
¿qué coste tiene?

El ejercicio que te propongo ahora, es el siguiente:

1. Piensa en un método que no te funcione de forma óptima ahora mismo o al que la última mejora que se le hizo no haya sido del todo efectiva.
2. Pregúntate qué ha impedido que el método funcione al 100%.
3. Hazte las seis últimas preguntas que planteé arriba.

¿Nace alguna idea nueva? ¿Cuándo, cómo y dónde la implementarás?


martes, 5 de junio de 2012

Descubriendo el sentido del cliente de coaching

Recientemente una clienta me comentaba que estaba muy a gusto con su situación actual y que no se planteaba hacer grandes cambios. Por la conversación, yo notaba que había aspectos en los que probablemente se podría trabajar, pero esa era simplemente mi opinión. Por otro lado, como coach no está dentro de mis atribuciones aconsejar a la gente. La forma de resolver el aparente nudo en el que se encontraba la sesión fue proyectando los valores de esa persona mediante una serie de ejercicios que reflejaron cuáles son las cosas importantes para ella. Los ejercicios fueron eficaces y finalmente pudo encontrar un estupendo objetivo mientras que se divirtió conociéndose mejor a sí misma. Veamos algunos de los ejercicios:

El superhéroe que todos llevamos dentro:
¿Si fueras un superhéroe/superheroína, cuál sería tu misión en la vida?
¿Qué superpoderes tendrías?
¿Quién sería tu archienemigo / némesis?
¿Qué poderes tendría tu archienemigo / némesis?
¿Cómo lo combatirías?


Charla imaginaria
¿Con qué tres personas o personajes te gustaría tener una charla?
¿Por qué?
¿De qué hablarías con cada una?
¿Cómo se desarrollaría la conversación (cómo, cuándo, dónde)?

 La catástrofe
¿Si el mundo se acabara en unos días, qué cosas harías?
¿Con quién pasarías tus últimos momentos?
¿Por qué?


La lotería
¿Qué harías si te ganaras la lotería?
¿Con quién compartirías tu tiempo / dinero?
¿Por qué?

El entierro
¿Qué discurso te gustaría que se pronunciara en tu entierro?
¿Qué se diría de ti como familiar, qué como amigo/a, qué como profesional, qué como pareja, qué como miembro de tu círculo social?
¿Por qué motivo se te recordaría especialmente?
¿Qué sería lo que dejarías para la posteridad?

Si estás atravesando un momento similar al de mi cliente, ¿qué responderás en estos ejercicios?



domingo, 27 de mayo de 2012

Ejercicio de análisis 360º para self-coaching

La dinámica del taller que hicimos ayer durante un taller grupal titulado "Mis armas de seducción" era una especie de role-play, pero no del todo. Consistía en que cada persona salía del aula para que yo le asignara un "rol" que interpretaría dentro del aula. La consigna siempre fue la misma: interprétate a ti mismo/a, simplemente exagerando un poco tus gestos, como si estuvieras en un escenario donde todos tienen que verte. Cuando las personas entraban en el aula, interpretaban su personalidad exagerada para decir una sola cosa "Me gustas" (frase rodeada de un lenguaje corporal único, dependiendo de la personalidad de cada uno/a). A continuación, el grupo daba su feedback que consistía en:

- ¿Qué me transmitió la persona?
- ¿En qué me baso para  interpretar lo que interpreté (cosas concretas, como por ejemplo los movimientos de manos, cómo y dónde miraba la persona, la postura que adoptaba, etc.)?
- ¿Qué me sedujo (o no)?

Fue una dinámica que hizo las veces de un análisis 360º pero siempre conservando una conexión con la objetividad: en qué te basas concretamente para tus interpretaciones. En este caso fue un coaching con el tema de la seducción, pero la dinámica podría ser válida para cualquier tema.

En general, tener un grupo reunido que nos dé un feedback exactamente sobre lo que queremos es un lujo que no tenemos, pero podemos conservar la base del ejercicio para realizar nuestro propio análisis 360º de la siguiente manera:

1. Identifica las competencias que necesitas utilizar para alcanzar tu objetivo.
2. Identifica cómo evaluar las competencias identificadas (digamos que tu objetivo es conseguir un trabajo donde hace falta inglés, podrías entonces hacer un simulacro de entrevista en inglés).
3. Identifica qué situaciones vas a procurar para que alguna persona de confianza te pueda probar en esa competencia.
4. Lleva a cabo lo que haga falta para que esa situación se dé.
5. Pídele su feedback a la persona siempre con la consigna de la base objetiva.
6. Repite el proceso tantas veces como haga falta para que tengas un panorama amplio de opiniones, procurando que las personas constituyan una muestra representativa de lo que vas a encarar de camino a tu objetivo. Las personas no tienen que estar a la vez, aunque en la medida en la que logres juntarlas, ahorrarás tiempo.
7. Tómate el feedback siempre con una pequeña reserva. Las opiniones son como las narices: todo el mundo tiene una y varían mucho. Son interesantes porque muestran un pedazo de la realidad, pero no son realmente el reflejo de un espejo. Siempre están deformadas con base en los valores, creencias, experiencias, etc. de cada persona.

¡Buena suerte con tu 360º!





miércoles, 16 de mayo de 2012

Ejercicio de self-coaching: mirar desde distintas perspectivas

Hace algunos días participé en una formación de una importante empresa de automoción, donde hicimos un ejercicio muy ilustrativo sobre los paralelismos de la calidad entre el sector de la hostelería (un hotel cinco estrellas, concretamente) y los concesionarios de coches. Mis clientes / alumnos eran precisamente los representantes de la marca automotriz. El ejercicio consistía en varios pasos:

1. Plantearse las expectativas del servicio del hotel antes incluso de recibirlo. Esto es: anotar todo lo que el cliente espera encontrar en un hotel de las características del que nos estaba proveyendo de las aulas para la formación. Así, uno podía plantear expectativas como: un check-in ágil y con facilidades para grupos grandes, un lobby amplio y con acceso a Internet, etc. A esto lo llamamos la calidad esperada por el cliente.

2. Escuchar lo que la gente del hotel tenía que decir sobre cómo intenta proporcionar un servicio de calidad. En esta parte, un manager del hotel nos contó todo los esfuerzos que hacen cotidianamente para poder entregar un servicio de calidad. Hubo aspectos tales como briefings mañaneros para intercambiar experiencias y puntos de vista sobre problemas, no dejar nunca que haya más de tres clientes esperando por algún servicio, atender el feedback del cliente en portales online, etc. A esto lo llamamos la calidad deseada por el hotel.

3. Hacer observaciones sobre la calidad recibida. Los participantes hicieron anotaciones durante la comida de todos los detalles del servicio, tanto positivos como negativos (sobre todo estos últimos). Se llevaron un folio y cada aspecto que les llamaba la atención, lo anotaron. Salió feedback como por ejemplo que el parking no estaba lo suficientemente iluminado, que las aulas no estaban suficientemente señalizadas y que el buffet estaba demasiado concurrido. A eso lo llamamos la calidad recibida.

4. Los participantes hicieron finalmente una propuesta de mejora al hotel con base en sus observaciones. En esta parte se intentó conectar la metodología que el hotel dice que lleva a cabo con los aspectos de servicio que necesitaban mejora, por ejemplo que durante el briefing se comentara cómo se había visto el servicio del buffet.

5. Por último, estas mejoras que plantearon los representantes de la marca automotriz debieron tener un equivalente para sus propios asuntos. Es decir, hicieron una comparación o benchmark para adquirir una mirada fresca sobre sus propios problemas.

Ahora viene la parte de coaching. Te propongo que hagas lo mismo contigo mismo:

1. Ponte en el lugar de los demás: tu pareja, tus compañeros de trabajo, tus vecinos, tus amigos, etcétera. ¿Qué esperan ellos de ti? ¿cómo esperan que hagas las cosas? ¿qué actitud esperan de ti? No es necesario ni recomendable que les preguntes, simplemente respóndete a ti mismo/a.


2. Busca dentro de ti la lógica con la que haces las cosas. ¿Cómo intentas cumplir con esas expectativas? ¿conoces bien esas expectativas? ¿qué actitud tienes al intentar cumplir con esas expectativas?


3. Haz observaciones sobre lo que realmente haces. ¿Tus intenciones se transforman en hechos? ¿qué distorsiona tus intenciones? ¿qué hace que se pierda en el camino tu intención original? ¿qué te impide entregar lo que te habías propuesto originalmente?


4. Hazte una propuesta de mejora. ¿Cómo vas a eliminar las cosas que impiden que tus intenciones se hagan realidad? ¿en qué o quién te vas a apoyar? ¿cuándo vas a llevar a cabo cada acción? ¿dónde vas a llevar a cabo cada acción? ¿qué posibles problemas vas a encontrar? ¿cómo los vas a resolver? ¿cuál va a ser el primer paso?


viernes, 11 de mayo de 2012

La creatividad con el Coaching

Una persona del departamento financiero tenía como principal frustración profesional el no haber podido participar nunca en proyectos donde pudiera poner en marcha su creatividad. Resulta complicado, por lo visto, dar soluciones creativas a problemas financieros, especialmente aquellos que son cotidianos. Pero esta persona quería ir más allá e incluso adentrarse en el mundo de la publicidad, que consideraba el referente para los creativos. Era consciente de que no podía de un día para el otro pasar de ser un financiero a un creativo de la publicidad, pero se daba cuenta también de que representaba una frustración para él.

¿Podría una persona en un caso como este hacer algo por superar su frustración? ¿podría permitirse dar un giro de 180º a su carrera profesional? ¿sería razonable invertir grandes esfuerzos en adquirir herramientas de creatividad? ¿qué criterios usaría para dar un primer paso en este sentido?

Nuestro protagonista pensó que un primer paso sería investigar más la naturaleza de la actividad de un creativo, para lo cual se planteó preguntarle directamente a un amigo suyo que se dedicaba a creativo en publicidad.

Los resultados todavía no se conocen (está en ello) pero sabemos que incluso en la creatividad conviene tener ciertos límites y referencias. Por lo anterior, podemos empezar con algunas preguntas:

Teniendo como base el feedback sobre lo que hace una persona creativa ¿en qué aspectos de tu vida cotidiana podrías incorporar mayor creatividad?
¿En qué actividades podrías introducir cambios para llevarlas a cabo con un enfoque similar al que tiene tu amigo creativo?
¿Si fueras tu jefe, qué innovaciones sobre tu trabajo te gustaría ver?
Fuera de tu trabajo, ¿qué necesita más innovación en tu vida? ¿de qué cosas estás más aburrido / cansado? ¿qué rutinas tienes?
¿Qué principios de creatividad son más compatibles con tu estilo de vida?
¿Cómo puedes aplicar esos principios a tu forma habitual de hacer las cosas?
¿Qué te impide hacer cambios en tus rutinas?
¿Qué "giro innovador" puedes incorporar en actividades cotidanas?
¿Qué proyectos emprenderás a corto / medio plazo? ¿qué enfoque creativo utilizarás para ellos?
¿De qué fuentes puedes encontrar inspiración?
¿En qué momentos de tu vida puedes olvidar tus preocupaciones y "liberar tu mente"?
¿En qué horarios te sientes más "creativo"?



Por otro lado, sabemos también que la creatividad es una actividad que nuestro cerebro hace utilizando mayormente el hemisferio derecho, por lo que los dibujos son un excelente método para activarlo.

Un ejercicio que incorpora los dibujos y pudiera servir de "aperitivo" para un proceso creativo es el siguiente:


1. Divide un folio en cuatro partes iguales.
2. En la primera sección dibuja un escenario en el que te gustaría estar a corto plazo (donde utilices más tu creatividad).
3. En el segundo dibuja tu principal obstáculo para llegar a ese escenario.
4. En el tercero dibuja algo que te va a ayudar a llegar a ese escenario.
5. Por último, dibuja los efectos que tendrá llegar a ese escenario a largo plazo.


viernes, 4 de mayo de 2012

Herramienta de self-coaching para un cambio de carrera

Un buen cliente quería emprender uno de los retos más complicados que puede enfrentar un profesional: pasar de un área a otra con los consiguientes cambios de actividades, es decir, como comúnmente se le llama también, un cambio de carrera. Concretamente era el caso de un Controller Financiero que deseaba formar parte del departamento de Marketing de su empresa - o de otra empresa -.

Prepararse para hacer un cambio de esta naturaleza exige un trabajo previo de reconocimiento de valores y asunción de responsabilidad para tomar las acciones correspondientes. Pero una vez emprendido el camino, una de las cosas más importantes es hacer un estudio de mercado para identificar las competencias que se están requiriendo para el puesto o área deseada (dentro o fuera de la empresa actual). Cada persona tendrá, en ese sentido, sus estrategias favoritas. El ejercicio de self-coaching que te propongo está más enfocado a la segunda parte de la tarea: el identificar, con base en una autoevaluación previa, cuáles son los objetivos prioritarios de la preparación. Esquemáticamente, esto es:


1. El coachee identifica sus valores propios.
2. El coachee encuentra una actividad profesional que le permita estar en concordancia con sus valores.
3. El coachee estudia qué competencias demanda el mercado para el puesto o área que ha elegido.
4. El coachee se autoevalúa en cada una de esas competencias.
5. El coachee prioriza sus objetivos tomando en cuenta dos criterios: importancia de la competencia que se le pide y su nivel de control o posesión de la competencia.

Es en ese quinto punto donde actúa el ejercicio de self-coaching que te propongo. Lo primero para el coachee será listar las competencias del puesto o área, por ejemplo habilidades ofimáticas, conocimiento de un mercado en particular, idiomas, capacidades analíticas, capacidades organizativas, gestión de equipos, etc.

Lo segundo es darle una prioridad a cada una de esas competencias, con base en el estudio de mercado. Por ejemplo, si de diez empresas que buscan cubrir un puesto similar, siete demandan un conjunto de competencias centrales (idiomas, conocimiento del mercado y gestión de equipos por ejemplo) esas serían las competencias prioritarias, mientras que las que no son comunes serían las menos prioritarias. En cualquier caso, para el ejercicio se pondrán en orden de prioridad todas las competencias, asignando un número único a cada una (del 1 al 10, por ejemplo, en caso de ser diez competencias).

El tercer paso es que el coachee se autoevalúe en cada una de esas competencias en una escala que decida, por ejemplo del 1 al 10.

A los primeros tres pasos se les suele llamar hacer un "inventario de competencias". La autoevaluación, por su parte, es un paso complicado en virtud de que puede contaminar con creencias limitantes y opiniones de personas que no necesariamente representan los mejores críticos. Una herramienta muy utilizada para esta evaluación es el análisis 360º que padece del mismo problema - depende del "buen criterio" de la gente. El apoyo de un coach puede aportar un valor incalculable llegado este punto.

Para terminar, queda el cálculo matemático que otorga la prioridad a cada objetivo. Básicamente el cálculo tiene dos elementos: uno que aporta peso a la prioridad de la competencia (llamémoslo A) y el otro que aporta peso al nivel de eficacia en la competencia (llamémoslo B). La fórmula para el ejemplo de 10 competencias y usando las escalas del 1 al 10 queda entonces:

Prioridad ponderada del objetivo = A x B donde:
A = 11 - prioridad (así las prioridades varían del 1 al 10)
B = 10 - nivel de eficacia en la competencia (el menos experto puntúa un cero y el más puntúa un 10)

Finalmente, obtenemos:

Prioridad ponderada del objetivo = (11-prioridad) x (10- nivel de eficacia). En la tabla, vemos un ejemplo de lo que se podría obtener:


Donde la competencia B sería la primera prioridad para actuar mediante el diseño de objetivos útiles, seguida de la competencia E y la F.

martes, 1 de mayo de 2012

Si soy cliente de coaching, ¿por dónde empezar?

Dicen con justicia que no todas las personas están preparadas para el coaching. El perfil del cliente de coaching es muy específico. Se trata de una persona que responde afirmativa y convincentemente a preguntas como ¿hasta qué punto estoy dispuesto/a a salir de mi zona de confort para desarrollarme? ¿cuánto esfuerzo estoy dispuesto/a a invertir para alcanzar objetivos de mejora personal o profesional? ¿hasta qué punto considero que soy dueño/a de mi vida? ¿cuánto me conozco o quiero conocerme a mi mismo/a? ¿en cuánto valoro mi posibilidad de influir en mi entorno y en mi vida? ¿hasta qué punto estoy de acuerdo con que "hoy es el primer día del resto de mi vida" y actúo en consecuencia? ¿cuánto estoy dispuesto/a a modificar mis creencias limitantes para alcanzar objetivos?

Una vez identificadas las personas que son las mejores candidatas para emprender un viaje por el camino del coaching,  la siguiente cuestión es ¿por dónde empezar? El camino, como suele suceder, es más fácil con la ayuda de otra persona, un coach en este caso.

Te propongo un ejercicio para encontrar ese punto de partida:


1. En un folio en blanco dibuja un círculo en el centro con el título "Yo".
2. Alrededor dibuja círculos satélites con los títulos: Estudios, Familia, Amistades, Salud, Trascendencia, Trabajo, Pareja y Ocio. 
3. Puntúa cada una de esas áreas según la prioridad actual que le otorgas a cada una (por ejemplo 7 de 10).
4. Puntúa de acuerdo a cómo te sientes en cada una de esas áreas (por ejemplo 5 de 7). 
5. Analiza en cuáles de esas áreas encuentras menos satisfacción (según la segunda valoración), especialmente en aquellas que son prioritarias (según la primera valoración). Allí es tu zona inicial de trabajo.

Según estos criterios y mirando el mapa visual del ejemplo de abajo, encontraríamos las áreas prioritarias para el establecimiento de objetivos de coaching siguiendo el siguiente orden: familia, salud, trabajo, estudios, amistades, trascendencia, pareja y ocio. ¿Cómo quedan las tuyas?