sábado, 10 de enero de 2015

La toma de conciencia como primer paso en todo aprendizaje

A finales del año pasado tuve el gusto de facilitar una formación sobre negociación a un colectivo de funcionarios de la administración pública de reciente incorporación a sus plazas.

La formación tenía ciertas complicaciones para todos los involucrados: las fechas eran de intensa actividad social (muchas distracciones), la impartición era en inglés, el grupo era muy numeroso (más de 30 personas en lista) y el aula estaba configurada con hileras de escritorios en vez de en U.

En estas dificultades me detendré poco, simplemente para hacer una reflexión rápida en cuanto al asunto del idioma de impartición:

- El objetivo de pedir la formación en inglés, según fui informado, es que los participantes practicaran una competencia que tienen incorporada en un grado considerable y que, sin embargo, necesitan perfeccionar en anticipación a una posible participación a nivel europeo.
- La idea, por tanto, era "matar dos pájaros de un tiro": por un lado practicar inglés en el contexto de la negociación y por otro aprender sobre negociación, otra competencia clave para el óptimo desempeño de funciones de este colectivo.

Pero ¿podría ser que un empeño diluya los resultados del otro? Algunas observaciones que apoyan esta pregunta:

- Esta demostrado que al cambiar el idioma natural de las personas (la lengua madre), el cerebro entra en modo "multi-tasking" y el rendimiento baja al dividirse entre todas las tareas.
- Las personas que ya naturalmente tiran a tímidas (lo que se traduce en que son menos participativas) tienen otro obstáculo más al cual sobreponerse de cara a su integración plena a la formación.
- La traducción representa, en sí misma, un factor de erosión de la integridad del mensaje.

Mi solución a este obstáculo fue primar la importancia del tema central sobre el idioma y pedir a los participantes que hablaran en el idioma que quisieran al intervenir, cosa que, al menos parcialmente, incrementó el nivel de participación.

Pero el punto central de esta entrada lo quiero orientar a las prácticas útiles para que el aprendizaje se pueda transferir al estudiante. Me valdré de un ejemplo concreto. Una persona del grupo comunicó que sus expectativas sobre esa formación en particular eran que el formador diera ejemplos concretos de cómo se habían llevado a cabo negociaciones exitosas en el pasado, y que no le interesaban dinámicas de toma de conciencia ni nada parecido. Parafraseando lo que entendí, quería que se le dieran "recetas de cocina" aplicables a todas las situaciones. Quería una varita mágica que, al blandirse, ponga a su dueño en una posición negociadora ganadora.

Independientemente de lo respetable que son las expectativas de cada persona sobre la formación (y de lo cual me preocupo ampliamente en conocer al inicio de cada formación), nos enfrentamos ante el dilema de "dar de comer el pescado que tengo" o "enseñar a pescar lo que cada uno necesite". El efecto de lo primero se suele enunciar como "pan para hoy, hambre para mañana". Los adultos aprendemos de libros y casos de estudio y retenemos entre un 5% y un 10% de ello. Aprendemos de la observación también, pero retenemos un 20% aproximadamente de ello. Las demostraciones procuran un porcentaje de retención un poco mayor pero no por mucho.

Pero de acuerdo a numerosos estudios y a mi experiencia personal, a través de de la discusión grupal (donde, dicho sea de paso, se suma la experiencia de todos los que participan en ella) y de la acción misma como medio de aprendizaje, se alcanza un nivel de retención superior al 50%. Quien aprende "a pescar" nunca más necesitará que le cuenten sobre cómo consiguió el enorme pescado un gran pescador de otro tiempo.

Y, consistente con mi tesis, te propongo un método experiencial para que lo pruebes la próxima vez que quieras aprender algo:

1. "Ponte un espejo" que te muestre tu situación actual / punto de partida en el ámbito de lo que quieres aprender. Si quieres saber qué tal negocias, ponte a ti mismo en una situación negociadora y observa tanto tus actitudes y comportamientos como los resultados. O pide que alguien lo haga por ti. O busca la forma de grabarte.
2. Reflexiona y analiza sobre lo que has observado. Pon especial atención en lo que te ha gustado más y lo que te ha gustado menos. Anótalo y saca conclusiones.
3. Estudia las causas de los efectos. Qué ha ocasionado que las cosas tomaran el camino que tomaron. Haz una lista de todas esas causas y ponlas en tu lista de "factores clave" o "palancas a controlar".
4. Ahora sí (y no antes), estás listo para aprender de libros, vídeos, demostraciones o entrenamientos sobre cómo hacer las cosas de otra manera. Pero esas buenas prácticas que aprenderás tendrán un punto de partida. Sabrás exactamente qué, por qué y en qué grado cambiar.
5. Practica. Machaca las nuevas formas de hacer las cosas. Recuerda cuando aprendiste a conducir: no te metiste al centro de la ciudad el primer día. Primero condujiste en tu barrio. Después comenzaste a salir a los barrios cercanos. Tu primera salida a las vías principales fue una aventura para la que tomaste precauciones. Sigue practicando hasta que te sientas listo para dar el siguiente paso que es...
6. Ejercer lo aprendido sin supervisión. No habrás incorporado una competencia nueva hasta que la ejerzas de manera autónoma. Aquí todavía puede haber muchas correciones. Sigues aprendiendo pero estás en vías de incorporar la competencia. Y por último...
7. Enseña lo que has aprendido. Cuando enseñas lo aprendido resuelves muchos puntos finos en tu cabeza de manera que lo puedas explicar mejor. Es en este paso cuando realmente incorporas la totalidad del conocimiento a tu forma de hacer. Los maestros aprenden tanto como los alumnos durante mucho tiempo.



viernes, 9 de enero de 2015

Cómo combatir con coaching las 5 principales causas de fracaso de los propósitos de año nuevo

Estamos nuevamente en las fechas en las que los propósitos de año nuevo empiezan a flaquear. Entre mis clientes los propósitos siguen siendo los de siempre: mejorar en un idioma (típicamente inglés), perder los kilos ganados durante las fiestas, viajar más este año, cambiar de trabajo / conseguir trabajo, conciliar mejor la vida personal con la laboral, ser más saludables (dejar de fumar) y alguno otro.

Las causas que ocasionan el incumplir los propósitos son, como muchos artículos lo explican a detalle, muy diversas. Si las intentamos resumir en cinco grandes grupos, tenemos:

- Objetivos mal definidos: Genéricos, sin cuantificar, demasiado ambiciosos, sin una motivación intrínseca, sin una fecha límite, etcétera.
- Falta de paciencia / perseverancia al perseguirlos: A las primeras complicaciones la autoestima se ve tan afectada que se abandona el intento.
- Sensación de falta de control sobre el resultado: Se hace más aparente lo que no se puede hacer que lo que sí se puede hacer.
- Creencias limitantes: Las personas se atribuyen a sí mismas limitaciones que "cortan las alas" antes incluso de intentarlo.
- Olvido: El día a día se vuelve tan absorbente tan rápidamente que simplemente se olvidan los propósitos en la vorágine.

Hay muchas formas de empezar a trabajar esos cinco frentes. Veamos algunas ideas rápidas:

- Objetivos mal definidos: Como hemos hablado en esta entrada, los objetivos útiles son los que siguen un formato SMART o parecido (específicos, medibles, alcanzables, relevantes y temporalizados).
- Falta de paciencia / perseverancia al perseguirlos: De igual manera, en esta entrada, analizamos algunas ideas para procurar que nuestra autoestima vuelva a niveles saludables después de un traspié.
- Sensación de falta de control sobe el resultado: La proactividad es la herramienta fundamental para contrarrestar este tipo de barreras tal como se explica en esta otra entrada.

De manera que nos quedan dos tipos de barreras sin comentar por el momento: las creencias limitantes y el olvido. Las creencias limitantes son particularmente nocivas porque se vuelven realidad siempre que les demos cabida: tanto si es verdad como si no, el hecho es que tú lo crees y por tanto se da el efecto de la profecía autocumplida.

Para la primera, te propongo este ejercicio:

1. Escribe "mi propósito para este año es..." "pero...". Haz lo anterior tantas veces como propósitos tengas.
2.  Encuentra los enunciados en los cuales atribuyes una limitación a tu persona. Para que te resulte más fácil encontrarlos, busca frases como "soy una persona...", "nunca/siempre hago...", "me resulta imposible...", "no tengo fuerza de voluntad para...", etc.
3. Despersonaliza esas frases separando los hechos de ti. Es decir si has escrito "soy una persona perezosa" sigue el siguiente proceso:
a) ¿En qué contexto digo eso? En el ejemplo podríamos contestar "al levantarme de la cama".
b) ¿Cuál es el caso más frecuente? En el ejemplo: "me suelo quedar 15 minutos más de lo que me propongo la noche anterior".
c) ¿Con qué frecuencia exactamente te sucede eso? En el ejemplo: "especialmente entre lunes y miércoles".
4. Escribe la nueva frase "mi proposito para este año es..." "pero a) + b) + c)". Lee cuidadosamente la frase y date cuenta de su significado. En el ejemplo quedaría algo así: "Mi propósito es aprovechar más las mañanas pero entre lunes y miércoles me suelo quedar 15 minutos más en la cama".
5. Formula una o varias ideas para contrarrestar esa nueva forma de ver las cosas.

En cuanto a la barrera del olvido, el ejercicio es aún más fácil:

1. Las ideas para contrarrestar los obstáculos o para cumplir con tus propósitos ponlas en un formato que tenga las siguientes columnas: Qué hacer / cómo hacerlo / dónde hacerlo / cuándo hacerlo.
2. Programa en tu agenda el resultado del paso anterior y ponte recordatorios siguiendo tu sistema preferido: post-it en la nevera, calendario de pared, alertas de móvil, calendario electrónico (Google, Outlook, etc.), tablón de recados, etc.
3. Coméntale a tus personas de confianza tus propósitos y las medidas que estás tomando para cumplirlos (esta vez sí).
4. Dentro de un mes haz una revisión de avance en tus propósitos. Al siguiente mes lo mismo y así sucesivamente.

5. Comenta en este mismo blog o con tus personas cercanas los resultados de tus revisiones periódicas.




martes, 26 de agosto de 2014

Ejercicio para medir la felicidad personal con coaching

Jugando a un juego de mesa en el que una persona debía adivinar la puntuación que otra persona le daba a su vida, surgió una polémica: ¿basándose en qué pondría esa puntuación? Yo sugerí que el criterio para puntuar era la felicidad; es decir, una persona muy feliz con su vida debería poner una puntuación cercana al 10 y una menos feliz más cercana al 5 o incluso al 0. Pero la amiga mía a la que le tocaba responder opinaba que dicha puntuación debería basarse en los objetivos alcanzados en la vida y que eso no era lo mismo que felicidad.

Independientemente de si la definición de la felicidad corresponde al cien por ciento con el hecho de alcanzar los objetivos que cada persona se pone en la vida, vale la pena reflexionar sobre lo que cada persona respondería ante semejante pregunta.

Para ello, haremos bien en recordar que cada persona desempeña varios roles en su vida. Una persona puede ser padre/madre, hijo/hija, pareja, amigo, colaborador en un proyecto o trabajo, jefe de alguien, subordinado de alguien o miembro de una comunidad / sociedad / agrupación al mismo tiempo. Cada uno de estos roles es independiente de los demás en términos de satisfacción si bien, todos los roles están relacionados los unos con los otros. Difícilmente un empleado "infeliz" llegará a casa, después de un día terrible de trabajo, en la mejor actitud para desempeñar su rol de padre o de pareja lo mejor que puede.

Por esa razón, te invito a realizar el siguiente ejercicio:

1. Encuentra los principales roles que desempeñas en tu vida actual. Quizá aparezcan roles en tu mente que desempeñaste hace tiempo pero que han ido perdiendo vigencia para ti. Intenta concentrarte en los que representen mejor tu vida actual.

2. Valora en una escala del 1 al 10 tu satisfacción en cada uno de ellos. Para ello, sigue el consejo de mi amiga: piensa en los objetivos que has alcanzado en ese rol. Además, plantéate los objetivos que quieras alcanzar a corto o medio plazo. Te recomiendo que dejes el largo plazo para otro momento.

3. Detecta aquellos roles en los cuales tengas una puntuación más baja. Los tres más bajos, por ejemplo.

4. Hazte las siguientes preguntas para cada uno de esos roles:

¿A qué se debe que me haya puntuado de esa manera?
¿Qué es lo que quiero en cada uno de esos roles para sentirme mejor?
¿Qué estoy haciendo para lograr eso que quiero?
¿Qué me ha servido en el pasado?
¿Qué me ha dejado de servir?
¿Qué habilidad o recurso necesito adquirir para lograr eso que quiero?
¿En quiénes me puedo apoyar?
¿Cómo puedo estar entorpeciendo mis esfuerzos por lograr lo que quiero?
¿Qué tengo que dejar de hacer para lograr lo que quiero?
¿Qué sería un primer paso para lograrlo?
¿Cuándo y dónde voy a dar ese primer paso?

5. Anota recordatorios de esos TRES primeros pasos en un lugar visible para ti y ponles fecha.

6. En un mes, vuélvete a hacer el ejercicio de puntuación de tu vida.

¿Cómo ha cambiado el resultado?



lunes, 4 de agosto de 2014

La autoestima, una cuenta bancaria a mantener en niveles saludables

Una buena amiga me comentaba hace un tiempo cuánto le costaba creerse que realmente podía hacer un buen trabajo en lo que se dedicaba, lo cual le requería ayudar a personas. Llegó a manifestar que incluso podía llegar a sentirse una estafadora cuando se ponía a pensar que estaba cobrando dinero a personas que confiaban en ella para solucionar sus problemas y que ella no estaba en condiciones de ayudarlas realmente. Cuando yo intentaba hacer paralelismos entre lo que ella hacía y mi caso personal (coach, consultor, formador), su argumento para justificar su postura era que "tú sí que te crees lo que eres y haces pero yo no". Es decir, según su confesión, ella tenía problemas de autoestima que le impedían desempeñar su trabajo lo mejor que podía. Su razonamiento era, implícitamente, algo así: "Como tengo poca experiencia haciendo lo que hago, no me creo que lo haga bien. Eso me hace pensar que estoy estafando a las personas y eso a su vez me hace una peor persona". El circulo vicioso de ese razonamiento lleva, inevitablemente a una pérdida de autoestima.

Esta situación se puede abordar desde diversos ángulos, pero me gustaría centrarme en dos particularmente. El primero es, como suele ser en coaching, mediante preguntas para ayudar a dar perspectiva a esos problemas de autoestima:


¿Qué talentos tuyos te llevaron a emprender la actividad que actualmente desempeñas?
¿En qué otros casos has logrado sobreponerte a un reto de dificultad similar?
Esos pensamientos automáticos que tienes sobre tu supuesto desempeño deficiente, ¿cómo se están manifestando? ¿qué consecuencias están teniendo cuando se presentan? ¿de qué forma podrías estar autosaboteándote?
¿Qué necesitas hacer de forma diferente para dejar de autosabotearte?
Recuerda alguna actividad en la que ahora seas una experta. ¿Cómo te sentías el primer día que desempeñaste esa actividad? ¿qué hiciste para volverte buena en ello? ¿cuánto esfuerzo le dedicaste y cómo lo repartiste en el tiempo?
¿Cuántas horas al día estás dedicando actualmente a hacerte buena en esa actividad? ¿cuántas necesitarías? ¿cuántas le dedica una persona que lo hace muy bien?
¿Qué estás haciendo para volverte buena en esa actividad? ¿es eso todo lo que puedes hacer? ¿qué te está frenando? ¿de qué necesitarías liberarte para volverte mejor en eso?

La segunda perspectiva que quiero manejar en este caso es el concepto de la "cuenta bancaria de autoestima". Imagina que tu autoestima es una cuenta bancaria donde tienes un montón de gastos domiciliados: un mal día, lo que dicen los otros de ti, los errores tuyos o de otros, una falta tuya de disciplina, el dejar durante un largo periodo de hacer cosas que te hagan mejorarte, la pereza, etcétera.

Como toda cuenta bancaria, necesitas mantenerla en "niveles saludables", para lo que hace falta hacer ingresos periódicamente. En este caso, esos ingresos podrían ser:

- Realizar alguna actividad de perfeccionamiento cada cierto tiempo (cada día, cada semana, cada mes, dependiendo del caso).
- Dedicar más tiempo del que actualmente estás dedicando a actividades que te guste mucho hacer y que te hagan sentir que eres buena en algo.
- Cumplir tus promesas. Esto es, si dices que harás algo, hazlo en la medida y el momento que lo prometiste. En la medida en la que tú misma creas en tu capacidad de cumplir, te sentirás más digna de confianza.
- Aprender algo nuevo periódicamente. Cuando decimos "aprender", nos referimos no solo a leer sobre cómo hacerlo, sino a realmente vivir ese conocimiento nuevo experimentando con él, jugando con él, viviendo sus consecuencias.

En todo caso, cada persona debería poder definir qué actividades representan para ella "ingresos" en su cuenta de autoestima. Los cuatro ejemplos anteriores suelen englobar algunas de las actividades que "ingresan", pero pueden tener sutilezas tan variadas como personas hay.

Por último, es importante reconocer aquellos aspectos de la personalidad, en los que cada persona se siente más o menos capaz. No suele haber personas "puras" que se sientan completamente capaces en todos los aspectos de su vida ni viceversa. En cambio, suele haber aspectos en los que cada uno se siente más o menos cómodo, por ejemplo, yo me siento más cómodo impartiendo una formación que contando chistes en una fiesta. Algunos de los aspectos genéricos en este sentido pueden ser: la familia, la pareja, el trabajo, el círculo de amigos, la salud, la espiritualidad, el ocio y la trascendencia.

Y tú, ¿cómo vas a alimentar tu cuenta de autoestima para que esté en niveles saludables?


miércoles, 23 de julio de 2014

La gestión del cambio con coaching

Imagina que te levantas por la mañana con tu programación habitual. Haces las cosas que normalmente haces al ritmo que normalmente llevas y todo está bajo control. Te subes al coche y te dispones a ir al trabajo, pones las noticias como todas las mañanas y te enteras (con horror, puesto que tienes una importante reunión de trabajo a primera hora) de que tu ruta habitual al trabajo está totalmente cortada. En ese momento todo el control que tenías se desmorona y entras en una situación de pánico. ¿Qué opciones tienes?

Veamos tres escenarios:

1. Te empeñas en ir por la ruta cortada. Cuando encuentras el corte, te enfureces y le gritas de todo a los trabajadores y policías que están en el desvío. Ellos te dicen que eso es lo que hay y que tendrás que ir por otro lado. Tú cada vez te aferras más y les recuerdas que con tus impuestos pagas esas obras y el salario de ellos. El desvío sigue allí. El tiempo sigue pasando y seguramente serás el único que no estará presente en la reunión de trabajo.

2. Te paralizas y te quedas sin saber qué hacer. Miras como el resto de las personas dan media vuelta o buscan consejo de cómo llegar a sus destinos. Te da envidia ver que hay gente que se mueve mientras tú no aciertas a hacer absolutamente nada. Esperas que suceda un milagro para que la reunión de trabajo se posponga o se cancele. Te lamentas que estas cosas te sucedan a ti y prometes cambiarte de casa porque en esa zona siempre hay obras.

3. Tan pronto como te das cuenta de que el desvío está ahí, te apartas de la carretera y te pones a pensar en opciones. Llamas por teléfono a la oficina para avisar que probablemente llegarás con algún retraso y pides a un compañero que presente la información que te correspondía a ti. Le envías un email con la información desde tu teléfono móvil. A continuación, preguntas a los trabajadores y policías sobre las rutas alternativas. Tomas una de ellas y te apoyas en el GPS.

Ahora planteémonos algunas preguntas:

¿Cuáles son los efectos de cada una de las opciones?
Partiendo de la misma situación, ¿qué nivel de control se tiene en cada uno de los escenarios?
A la mañana siguiente, ¿en cuál de los escenarios te sentirás con mayor autestima? Justifica tu respuesta.
¿Qué nivel de impacto tiene el cambio que viviste (bajo, medio o alto)?
¿Cada cuánto te parece que suceden cambios como el anterior?
¿Qué nivel de involucramiento tuviste en el cambio?
¿Cómo estás encajando el cambio en cada uno de los escenarios?


A reserva de lo que hayas respondido, veamos unos rangos de posibles respuestas:

Impacto del cambio: Desde lo más insignificante hasta lo más impactante. Todos son cambios.
Frecuencia del cambio: Permanente. Los grandes cambios están más espaciados en el tiempo por regla general, pero hay cambios todo el tiempo.
Desencadenante del cambio: En un extremo el sujeto que vive el cambio puede ser el que lo impulsa completamente (es el impulsor del cambio) y en el otro el sujeto que vive el cambio puede ser totalmente pasivo (el cambio le viene dado).
Reacción ante el cambio: Las ocho fases del cambio (donde no es obligatorio pasar por todas) son 1. la inmovilidad, 2. la negación, 3. la cólera, 4. la negociación, 5. la angustia, 6. la tristeza, 7. la depresión y 8. la asimilación.

La gestión del cambio consiste en buscar la ruta directa de la inmovilidad a la asimilación sin pasar por las fases intermedias. Para esto ¿qué pasos concretos necesitamos dar? De manera muy simplificada:

1. Hacerte consciente de que estás viviendo un cambio.
2. Hacerte consciente de tu respuesta actual a ese cambio.
3. Hacerte consciente de tus opciones ante el cambio buscando en las acciones sobre las cuales ejerces influencia directa.
4. Ejercer esas opciones.

Para ello, veamos un diagrama de las zonas en las cuales habitamos:



Al inicio de esta entrada, nos encontrábamos tranquilamente en la zona de confort. Cuando nos hemos enterado del desvío hemos entrado en la zona de pánico. Cuando hemos asimilado el cambio y tomado cartas en el asunto, hemos actuado desde la zona de desarrollo.

Y tú, ¿te opondrás al cambio, lo ignorarás o lo gestionarás?



miércoles, 16 de julio de 2014

El manager coach: estrategias para ayudar a desarrollar a la gente

En junio del 2014 obtuve el registro en propiedad intelectual de mi libro sobre Cómo Facilitar el Desarrollo Organizacional Cuando Todos Importan. En el enlace, se puede acceder a él en formato PDF (y descargarlo libremente) o simplemente visualizarlo.


En esencia, es una recopilación organizada de algunas estrategias que persiguen cuatro objetivos durante las actividades de desarrollo organizacional (formaciones, sesiones de coaching, talleres, etc.):

- Crear un ambiente de confianza.
- Lograr el involucramiento de todos los participantes.
- Conseguir la transferencia del conocimiento.
- Lograr resultados en equipo.

Cada objetivo es deseable por sí mismo, independiente de los demás y contribuye con el objetivo global: facilitar una sesión excelente.

Para lograr esos cuatro objetivos, disponemos de tres fases en toda actividad de desarrollo organizacional: la introducción, el desarrollo y el cierre.

Así, tenemos 10 estrategias claramente explicadas y diferenciadas con indicadores de cumplimiento, riesgos asociados y una explicación detallada de cómo llevarlas a cabo.

Los pilares de mi propuesta son el coaching y la utilización de la inteligencia emocional en sus formas más evidentes: la empatía, la asertividad y la comunicación efectiva.

Donde querría profundizar más en esta entrada es en el asunto de la empatía y la asertividad como medios para lograr una auténtica participación de todos y prevenir el conflicto. Veamos un ejemplo real con el que me he encontrado en una de las empresas donde facilito talleres para fomentar la participación y el compromiso de los empleados que ilustra ambos conceptos:

Un ingeniero le dice a uno (o varios) operarios que intentan hacer propuestas de mejora a los procesos de manufactura, que "allí se les paga para trabajar y no para pensar".

Trabajo sobre empatía: Definiendo la empatía como el cuarto nivel de escucha (por encima de la escucha superficial, la selectiva y la activa), las preguntas para este ingeniero serían:

¿Quién es quien está viviendo el proceso (con todas sus ineficiencias) todos los días?
¿Qué es lo peor que puede pasar si le dedicas unos minutos de escucha y análisis a las propuestas de los operarios?
¿Qué es lo mejor que puede pasar?
¿Cómo se puede sentir la persona (el operario) cuando le dices que se le paga para trabajar y no para pensar?
¿Cómo se puede sentir cuando escuchas la sugerencia (incluso si solo la escuchas y finalmente no la llevas a cabo)?
¿Cómo puedes mantener tu mente libre de opiniones mientras escuchas la propuesta? ¿qué "trucos de escucha" utilizas cuando escuchas a esa persona que admiras?
¿Cómo influiría en tus resultados operativos la incorporación de mejoras?
¿Cuánto tiempo y esfuerzo invertirías en recopilar esas propuestas de mejora?
¿Qué te impide poner atención a esas propuestas de mejora?

Trabajo sobre asertividad: Definiendo la respuesta asertiva con el acrónimo DESC donde:

D: Describir la situación conflictiva (mediante lenguaje objetivo, prefiriéndolo siempre al subjetivo o cargado de opiniones).
E: Expresar las emociones que se sintieron cuando se dio la situación conflictiva.
S: Solicitar un comportamiento alternativo en ese tipo de situaciones conflictivas. El comportamiento solicitado siempre es preferible hacerlo en positivo (lo que sí se quiere que se haga) en vez de en negativo (lo que no se quiere que haga).
C: Consecuencias de que se lleve a cabo el comporamiento alternativo.

En el caso de la respuesta asertiva del operario al ingeniero, tendríamos:

D: "El miércoles por la mañana cuando fui a tu oficina para hablarte de mi sugerencia y me dijiste que a mi se me pagaba para trabajar y no para pensar..." (nótese la ausencia de juicios).
E: "...me sentí infravalorado, como si fuera solamente una máquina de ensamblar..."
S: "...si en vez de eso, la próxima vez me dedicas unos minutos para que te explique mi sugerencia..." (nótese la solicitud en positivo).
C: "...me sentiré más comprometido y con ganas de volver a dar mi punto de vista."

¿Y tú, ya aplicas la empatía y la respuesta asertiva en tu vida para ayudar a desarrollar a la gente? ¿qué te impide comenzar a utilizar ambas estrategias?





domingo, 2 de febrero de 2014

Procesos de selección segunda parte

En el post anterior hablé de la falta de feedback que sufre el candidato cuando pasa por un proceso de selección sin coaching. En primer lugar quiero rellenar un hueco que ahora me doy cuenta que dejé abierto: en un proceso de selección que es, como yo llamo, "con coaching" el candidato tampoco recibe feedback explícitamente del entrevistador. Lo que sí recibe es un "feedback interior o implícito", que es el más valioso porque encuentra menos barreras en su camino a interiorizarse y es precisamente el que el coaching favorece. Las preguntas poderosas del coaching permiten a la gente llegar a sus propias conclusiones al enfrentar la realidad, contrastada desde diversos puntos de vista.

Hace unos días recibí un email con consejos de un "headhunter" (caza talentos). Por un lado, agradezco que alguien se preocupe por poner lo que está de su parte por ayudar a los que buscan trabajo a tener mejores probabilidades de conseguirlo. Dicho esto, analicemos lo que nos aconseja este headhunter. Dice que quien no es seleccionado, seguramente ha incurrido en alguno de los siguientes errores:



  1. Su CV es demasiado largo o demasiado corto y lo más grave es que no deja ver cómo casa su trayectoria con la vacante.
  2. No muestra lo que ha logrado en cada puesto.
  3. La manera de vestirse del candidato es demasiado formal o demasiado informal.
  4. La apariencia física del candidato está descuidada, desgarbada o con mal olor incluso.
  5. El contacto visual fue esquivo o demasiado intenso.
  6. En el saludo, la mano estaba sudada, se dió un apretón demasiado fuerte o con la "mano muerta".
  7. Se habló demasiado, no se escuchó los suficiente, o se dijeron cosas imprudentes.
  8. El candidato estuvo demasiado confiado, fue prepotente, inseguro o dió muestras desesperación.
  9. El candidato no fue sincero, ocultó algo o te le faltó claridad y no fue convincente.
  10. El candidato no se preparó lo suficiente para la entrevista y no demostró por qué deberían haberlo contratado a él y no a otro.  
 Dejemos por un momento de lado los consejos que resultan obvios por ser bastante objetivos (un CV mal enfocado, descuidos en la apariencia física, decir imprudencias o la falta de preparación para la entrevista) y centrémonos en aquellos consejos cuyo feedback resulta un tanto duro de recibir y que son de corte más subjetivo. 

- ¿Hasta qué punto puede un candidato "demostrar lo que ha logrado en cada puesto" simplemente poniendo cifras e historias en su CV?
- ¿Cómo se puede describir ese punto medio entre la formalidad e informalidad como para que cualquier persona lo entienda?
- ¿Cómo se puede describir el punto medio entre un contacto visual esquivo y demasiado intenso?
- ¿Hasta qué punto es indeseable o reprobable que a una persona en uno de los momentos más importantes de su presente (una entrevista de trabajo) le sude la mano por estar nerviosa?
- ¿Cómo es el punto medio entre estar confiado e inseguro?
- ¿De qué manera se puede "no ocultar algo" durante una entrevista? ¿es acaso posible decirlo todo? ¿hasta qué punto es conveniente hacerlo?

Nuevamente recordemos que la responsabilidad de un reclutador es evitar caer en los errores tipo 1 (contratar a un candidato que no está listo para el puesto) y 2 (no contratar a un candidato que sí está listo para el puesto). Los reclutadores van valientemente descartando candidatos, preocupándose apenas lo justo de no caer en el segundo error.

¿Qué puede aportar el coaching en este sentido? Propongo algunos ejercicios y preguntas tanto para los reclutadores como para los candidatos:

- Hacer un listado de competencias que requiere el puesto y a continuación utilizar las preguntas que mejor las midan del listado de este post o utilizando un formato similar. Esto es, preguntas abiertas, que obliguen a una reflexión profunda, que fuercen a una respuesta descriptiva y que permitan al candidato mostrar los recursos que tiene para enfrentar las situaciones que probablemente enfrentará en el nuevo trabajo.
- Responder a la pregunta: ¿cómo me gustaría que se vistiera una persona de esa empresa al atenderme? Puede parecer obvia la respuesta pero en realidad depende del tipo de empresa, el tipo de servicio, el tipo de cliente que buscan, etcétera.
- Cuando atendías a un cliente importante (externo o interno) en tu último trabajo, ¿qué mirada le dedicabas? ¿cómo le estrechabas la mano?
- Olvídandote un poco del sudor de las manos, recuerda todas aquellas veces que has tenido una conversación de negocios en tu vida. Si no has trabajado nunca, recuerda todas las conversaciones importantes que tuviste durante tus estudios.  Concéntrate en alguna de la que te sientas particularmente orgulloso. ¿Qué hiciste? ¿qué dijiste? ¿a qué se debe que saliera bien? ¿qué recursos comunicativos usaste bien? ¿normalmente cómo te das a entender mejor? Ahora visualiza tu siguiente entrevista utilizando esos recursos que acabas de recordar. Visualiza cada detalle de ti, sin importar la otra persona ni la situación, ya que eso puede variar y está fuera de tu control. Concéntrate en dar tu mejor versión de ti mismo. Las demás piezas del rompecabezas se acomodarán solas.

Ahora que tienes el feedback de un headhunter que representa a un importante porcentaje de los que hay por ahí y que has hecho reflexiones sobre cómo ajustarte a sus expectativas, ¿qué vas a hacer?


jueves, 19 de diciembre de 2013

Los procesos de selección con y sin coaching

El candidato se prepara para poder contestar adecuadamente a todas las típicas preguntas de una entrevista de trabajo: ¿por qué quieres este trabajo? ¿qué experiencia relevante tienes para el puesto? ¿qué te hace diferente del resto de los candidatos? ¿cuáles son tus principales fortalezas y debilidades? ¿cuál ha sido tu mayor éxito? ¿dónde te ves en 5 años?...la lista sigue y sigue. Finalmente se presenta en la entrevista y siente que le ha ido bien. Al final, el entrevistador le avisa que, de continuar, habrá una siguiente entrevista con el responsable de selección, después con el jefe directo, después con algún director y finalmente con el presidente de la compañía. Pero también habrá pruebas psicotécnicas y situacionales, así como el correspondiente "assessment" de idiomas.

Las entrevistas y pruebas se suceden una detrás de la otra y un buen día (o no tan bueno) el candidato recibe un e-mail o una llamada en la que le comunican que la empresa no seguirá adelante con el proceso de selección. El candidato, confundido, se pregunta a sí mismo:

¿En qué he fallado?
¿No gustaron mis respuestas o fallé en alguna prueba?
¿En qué parte de la entrevista no contesté lo que ellos querían escuchar?
¿Será mi perfil?
¿Serán mis antecedentes laborales?
¿Será la forma en que está organizado mi CV?
¿Debería seguir buscando un puesto como este o irme por otro lado?
¿Tengo las competencias adecuadas para este tipo de trabajo?

Las respuestas a esas preguntas le eludirán para siempre y la empresa se quedará sin saber cómo le habría ido contratando a ese candidato.

Ante este panorama y tomando prestado de la estadística inferencial el concepto de los errores tipo 1 y 2, queda claro que las empresas se concentran en no cometer el error tipo 1 de los dos posibles, pero poco hacen por no cometer el error tipo 2. Los posibles errores son:

Error tipo 1: Contratar a un candidato que no es válido para el puesto.
Error tipo 2: Descartar a un candidato que sí es válido para el puesto.

Es un caso de un proceso de selección típico. Las empresas trabajan desde hace muchas décadas de esa manera. Se valoran las capacidades técnicas por encima de cualquier otra cosa. Existe la creencia de que un proceso como el anteriormente descrito, valida o invalida a un candidato en su inteligencia y en sus competencias para un puesto. En pocas palabras, la mayoría de las empresas (incluyendo a muchas consultoras de RR.HH.) están casadas con su modelo de selección. Pero hagámonos una pregunta, ¿deberían intentar adaptar la realidad a sus modelos de selección? o ¿adaptar sus modelos de selección a a la realidad? Después de todo, los modelos están para interpretar la realidad, no para crearla. Por otro lado, ¿en qué momento se hace un "assessment" (valoración en castellano) sobre la inteligencia emocional?

Poco se conocen los siguientes datos:

• Las personas con alta inteligencia emocional son más productivas.
• Las personas con alta inteligencia emocional tienen un impacto positivo también en el nivel de compromiso de sus equipos, satisfacción del cliente y retención de talento.
• Las emociones son contagiosas. Las personas con alta inteligencia emocional influyen en todo el clima de la organización (entre un 50-70% especialmente cuando son, además, líderes en la organización).
• Gallup ha encontrado que si en EE.UU. los empleados estuvieran un 5% más comprometidos, se incrementaría la producitividad del país en $79 mil millones de dólares en un año.
• Un líder, deja su legado. Los empleados emulan las formas de actuar de sus jefes.
• La mejor forma de retener talento es tener relaciones positivas y productivas con los empleados.
• La gente que tiene una actitud alegre y positiva vive más tiempo: las investigaciones han demostrado que la satisfacción laboral es un mejor predictor de la longevidad que los hábitos relacionados con fumar o con el ejercicio.
• El 70% de las causas de mal servicio y pérdida de clientes están relacionadas con la inteligencia emocional de los empleados.
• El 50% del tiempo perdido en los negocios está relacionado con problemas de confianza entre empleados.
• Las principales causas que arruinan una carrera profesional son la falta de control de impulsos y falta de trabajo en equipo.
• El coste de reemplazar un "manager" o un comercial es el 250% de su paquete retributivo.*

* Datos obtenidos de: NADLER, Reldan. Leading with Emotional Intelligence, ISBN: 978-0-07-175095-0 McGraw Hill.

De acuerdo a las corrientes modernas de pensamiento se concluye que tiene considerablemente más influencia en el desempeño de un trabajador su inteligencia emocional que sus habilidades técnicas. ¿Por qué entonces la mayoría de los procesos de selección no incluyen ni un solo mecanismo para medir la inteligencia emocional de las personas?

La pregunta lógica ahora es ¿y qué forma existe para medir la inteligencia emocional de los candidatos, especialmente la ligada a las competencias que requiere el puesto?

Examinemos las siguientes preguntas:

- Cuéntame alguna situación en la que te sentías muy frustrado con un cliente o un colaborador. ¿Qué dijiste o hiciste? (autocontrol)
- ¿Cuál fue la última ocasión en la que hiciste las cosas de una manera distinta a como las haces normalmente porque alguien influyó en ti? (empatía)
- Dame un ejemplo de alguna oportunidad que conseguiste gracias a tus relaciones sociales (construcción de relaciones).
- ¿Qué haces para prepararte para un gran proyecto, reunión o presentación? (autoconfianza)
- Dame un ejemplo de alguna ocasión en la que cambiaste totalmente para adoptar una nueva estrategia para trabajar con alguien (adaptabilidad).
- ¿Cuál ha sido el reto más grande que te has puesto y que realmente has logrado? (orientación al logro).
- ¿Cómo sabes si tus clientes están satisfechos con el servicio que les das? (orientación al servicio).
- Dame un ejemplo de tu mejor y peor experiencia al intentar convencer a alguien de algo (influencia).
- Dame un ejemplo de cómo manejaste una situación en la que alguien se oponía fuertemente a tus ideas para terminar trabajando en conjunto (trabajo en equipo).
- Cuéntame sobre alguna vez en la que era complicado seguir tus principios porque había mucha presión externa para hacer lo contrario (confiabilidad).
- ¿Qué es lo más complicado para ti cuando te comunicas profesionalmente? ¿qué tal lo haces? ¿qué harías diferente? (comunicación efectiva)
- ¿Cuál es tu mejor experiencia formando a alguien o dándole consejo? (desarrollo de personas)
- ¿Cuál es el feedback más duro que te han dado y cómo lo manejaste? (auto valoración)
- ¿Qué estrategias has usado para conseguir comprometer a la gente? (facilitador del cambio)
- ¿Qué estrategias usas para que la gente te siga? (liderazgo)
- Dame un ejemplo de una solución que creaste donde todos los involucrados ganaban (gestión de conflictos).
- Cuéntame sobre alguna ocasión en la que tuviste la reponsabilidad de conseguir algo complejo. ¿Cómo lo hiciste? (meticulosidad).

El factor común de estas preguntas es que son "poderosas", es decir, son el tipo de preguntas que hacemos en coaching en las que "forzamos" al "coachee" (cliente de coaching) a pensar profundamente y contestar auténticamente. Desde luego que no son todas las preguntas que se pueden hacer y que tampoco es necesario hacer todas las preguntas. Bastará con hacer aquellas que reflejen más fielmente las competencias que el puesto requiere. También es posible que el entrevistado adorne alguna respuesta pero el entrevistador notará inmediatamente cuándo lo que se cuenta es auténtico o no.

Si tú estás involucrado en los procesos de selección, ya sea porque te dedicas a entrevistar o porque estás pasando por ellos, ¿con qué enfoque te quedas? ¿proceso de selección con o sin coaching?


viernes, 15 de noviembre de 2013

El coaching y la formación experiencial

A lo largo de las formaciones que he tenido oportunidad de dar a grupos de todos los tipos, desde jóvenes que tienen todo por aprender hasta miembros del comité de dirección de sus empresas que se caracterizan por su experiencia en lo que hacen, me he dado cuenta de que el factor común en el aprendizaje y la transferencia de conocimiento al puesto de trabajo es el enfoque de la formación. Me refiero al enfoque experiencial de la formación. La premisa de partida: todas las personas saben cosas y están deseando demostrarlo llegada la oportunidad. Todas las personas tienen una tendencia a colaborar para conseguir un objetivo dadas las circunstancias adecuadas.

Veamos dos escenarios para ilustrar lo anterior.

Escenario 1: Un grupo de jóvenes menores de treinta años en situación de desempleo recibe una formación comercial que tiene por objetivos:

- mantener a los jóvenes interesados en la formación hasta el final de la misma (que no la dejen)
- y, desde luego, que adquieran los conocimientos y habilidades para desempeñar tareas comerciales en el sector de las telecomunicaciones.

La tentación de pensar que saben poco por ser inexpertos, llevan al formador de este escenario a aplicar el enfoque tradicional maestro - alumno en el cual él/ella sienta cátedra sobre temas como la gestión del tiempo, las prioridades y la agenda, la prospección del mercado, la teleconcertación de citas, la preparación de las citas, la gestión del encuentro con el cliente, la preparación de propuestas comerciales y la presentación de las mismas propuestas. Para cubrir dicho programa, hace falta transmitir tantos conceptos teóricos que las 80 horas destinadas a la formación parecen pocas. Sin embargo, durante ocho horas al día, por diez días consecutivos los jóvenes son bombardeados por conceptos tales como la matriz de priorización, la ley de Pareto, la regla de los 7 sombreros, la segmentación, el método CAP, etcétera. Los jóvenes a duras penas pueden mantenerse despiertos después de la hora de la comida de cada una de las interminables jornadas. El formador no tiene idea de si los jóvenes están aprendiendo o no, ni de las cualidades de cada uno de ellos.

Escenario 2: El mismo grupo de jóvenes recibe la formación con el mismo temario, pero, en este escenario la mañana de un día de formación sucede así:

9.00 Introducción al tema de segmentación mediante un vídeo.
9.15 Recopilación del feedback del vídeo donde los jóvenes aportan lo que saben intuitivamente del tema.
9.30 Juego en el que ellos, por equipos, tienen que inventarse un producto para un segmento de mercado que eligen ellos mismos. Se tira de sus inquietudes e ideas sobre soluciones para el mercado.
10.00 Presentación del producto de cada equipo y explicación del segmento de mercado al que está dirigido.
10.45 Introducción al tema de precios y costes mediante un acertijo relacionado al tema.
11.00 Puesta en común de las conclusiones sobre el acertijo. Los jóvenes además de concluir sobre el acertijo, proponen sus propios acertijos y ejemplos de lo visto.
11.20 Presentación de conceptos básicos de precios y costes con ejemplos prácticos numéricos.
12.00 Continuación del juego en el que los mismos equipos tienen que calcular los precios de los productos que han inventado mediante el sistema de cálculo de costes y punto de equilibrio.
13.00 Presentación de cada equipo en el que incluso salen ideas reales de negocios potenciales a considerar.
14.00 Comida

La mañana (y el 60% de la jornada) se han ido en un suspiro. Los jóvenes se han integrado como grupo gracias a las dinámicas. El clima de la formación es ahora más cercano. Se hacen evidentes las competencias de cada uno de ellos. El formador puede ir detectando en cuáles competencias hará más falta profundizar. El conocimiento teórico se confirma en la práctica y se integra enlazándose con los conocimientos previos de los jóvenes. Las ideas de negocio encontradas crean una base motivadora para continuar en el curso. Los dos objetivos del curso se cumplen.

Y a ti, ¿en cuál de los dos escenarios te gustaría estar?


lunes, 2 de septiembre de 2013

La formación con coaching

Típicamente en la formación empresarial los formadores encontramos participantes en los cursos que tienen mucha más experiencia en las operaciones de sus empresas que nosotros mismos, como resulta natural. Digamos que voy a formar a un grupo de comerciales en técnicas avanzadas para vender más; por ejemplo en la orientación al cliente y la venta consultiva. Que yo sea el formador significa que podré, si todo sale bien, proporcionar a los participantes un conjunto de ideas que ellos podrán (o no) incorporar a sus actividades cotidianas. Pero no significa que yo conozca mejor que ellos a sus clientes, ya que, después de todo, son ellos quienes tratan con éstos día sí y día también.

¿Cómo entonces puedo hacer para no rizar el rizo y lograr que sus conocimientos actuales enlacen con los conocimientos nuevos, logrando la famosa transferencia al puesto de trabajo?

El primer paso, como hemos dicho, es reconocer que ellos saben. Pero no solo eso, sino que es indispensable que ellos mismos se den cuenta de todo lo que saben, para lo cual el mejor método, como suele suceder en coaching, es preguntar. Es ahí donde se separa una formación tradicional donde se imparte cátedra de una con coaching donde literalmente "se tira del conocimiento de los participantes". Algunas preguntas para el ejemplo en cuestión, podrían ser:

¿Cuál es el perfil de tu cliente típico?
¿Qué suele pedir?
¿Qué suele necesitar pero olvida pedir o no pide por alguna razón? ¿por qué razones no lo pide?
¿Qué suele necesitar en el futuro aunque no lo pida actualmente?
¿Qué factor es más importante para el en términos de atributos del producto? ¿de plazos? ¿de costes?
¿Cuál es su proceso de decisión de compra?
¿Qué consideraciones particulares hay que tener con este cliente?

La respuesta a esas preguntas permitirá varios beneficios. Entre ellos:

- Los participantes se darán cuenta de todo lo que YA SABEN del tema.
- Así mismo, se darán cuenta de que sabiendo todo eso, hay información que no están utilizando ni aprovechando, y que hay otra información que les vendría muy bien saber.
- De la misma manera, el formador puede utilizar esa información para adaptar mejor sus ejemplos y los casos prácticos.
- Al lograr lo anterior, los participantes se verán reflejados y se implicarán más en la formación.
- Es muy probable que, al hacerse concientes de toda esta información, ellos mismos propongan las soluciones de las que vamos a hablarles, consiguiéndose la "compra" de los nuevos conocimientos por adelantado y por voluntad propia.

Los siguientes pasos de una formación con coaching son, básicamente, crear acción. Esto se puede procurar siguiendo los pasos del método GROW: buscar que los participantes se establezcan objetivos concretos, reconozcan su realidad actual, busquen opciones y diseñen un plan personal de acción. Pero el camino ya estará bien allanado con las preguntas iniciales.

¿En qué acciones formativas de tu trabajo has utilizado un método parecido?


miércoles, 6 de febrero de 2013

La toma de decisiones con coaching

Algunas veces nuestras acciones nos llevan a tener encrucijadas complicadas de resolver a simple vista. De vez en cuando, estas encrucijadas incluso son algo incluso deseable, ya que pueden representar cambios que nos permiten evolucionar profesionalmente hacia donde siempre hemos querido ir o hacia donde no sospechábamos que podíamos ir. A algún cliente se le ha presentado simultáneamente la posibilidad de ser contratado como empleado de una empresa en un puesto que había estado buscando, ser contratado por otra en un puesto que podía desempeñar sin problemas o seguir un estimulante camino de freelance / empresario. Las tres opciones representaban de una forma o de otra un paso hacia adelante en su camino.

Existen muchas herramientas de tomas de decisiones, tanto objetivas (basadas en parámetros cuantificables) como subjetivas (basadas en intuición y emociones). En coaching, cualquiera de ellas puede ser válida para que el coachee tome una decisión. Lo que las herramientas no suelen proporcionar es una perspectiva ampliada sobre los factores menos obvios de la toma de decisión. Como de costumbre, eso se puede lograr mediante ejercicios de introspección. Estos van desde las preguntas literales hasta las visualizaciones. Veamos el caso del mencionado cliente como puede abordarse desde estos ejercicios (al margen de cualquier análisis objetivo que se pudiera hacer):

- Conociendo la gente con la que trabajaría ¿con quién me veo trabajando más a gusto?
- En el momento actual de mi vida ¿cuál de las opciones me lleva más cerca de alcanzar mis objetivos prioritarios?
- Si pienso en tres palabras que definan mi ideal de felicidad actualmente. ¿Cuál de las opciones está mejor identificada con esas tres palabras?
- Si completo la frase: "mi trabajo sería perfecto, si cambiara...". ¿Qué opción se parece más a lo que he obtenido?
- ¿Hasta qué punto puedo conciliar cada alternativa con las actividades que me dan felicidad fuera de él?
- Cuando me jubile ¿de qué tipo de trabajos estaré más orgulloso cuando los recuerde?
- Si cierro los ojos e imagino que cada alternativa es una pelota y las voy comparando en peso...¿cuál pesa más? ¿a qué se debe que pese más?
- ¿En qué alternativa me veo trabajando por más tiempo?
- ¿Me gustaría dedicarme a (poner alternativa por turnos) por el resto de mi vida?
- ¿Qué alternativa representa un proyecto más apegado a lo que me estimula profesionalmente?
- De las cosas que hago mejor o me gustan más ¿en qué alternativa emplearía más de ellas?

No hace falta hacerse todas las preguntas / ejercicios para encontrar la respuesta que buscamos, pero todas pueden aportar algo de perspectiva.

Y tú ¿has tomado tu decisión?